Eduardo Farrell ha tenido que ser trasladado de parroquia
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Un sacerdote argentino de la diócesis de Merlo-Moreno debió ser trasladado de parroquia y zona debido a amenazas del narcotráfico. Se trata del padre Eduardo Farrell, quien se desempeñaba como párroco de la parroquia Sagrado Corazón, en Cuartel V, Moreno, Gran Buenos Aires.
Desde su obispado se emitió un comunicado en el que se explicó la “obligada decisión”. Según la carta firmada por las autoridades de la diócesis, entre ellas el obispo Fernando Maletti y su obispo auxiliar, “hay claras señales de que su accionar y su prédica significaban una molestia para los sectores que se desenvuelven al margen de la ley”.
La carta explica que en diciembre de 2016 comenzaron las amenazas tras el asesinato de un militante barrial, y una manifestación en la que el padre Farrell fue el único orador. Se trataba de César Méndez, un joven del barrio que participaba de un grupo de vecinos que buscaba repeler de sus humildes hogares a los “transas”, o narcotraficantes.
Según denunciaron vecinos, los “transas” ocupaban de manera ilegítima casas de familias, a las que echaban de sus hogares. Ante la inacción de la policía, los vecinos buscaban organizarse para echar a los delincuentes. En la ocasión, los “transas” respondieron con disparos, y uno de ellos alcanzó a Méndez.
Según lo definió Maletti en una misa celebrada en su memoria, el joven murió por “defender los valores, la vida y la justicia”. Méndez llevaba adelante un comedor en el que daba la merienda a decenas de niños y jóvenes por día.
En ese contexto de injusticia y aparente connivencia entre narcos y fuerzas de seguridad se desempeñaba el padre Farrell, quien une su nombre a una larga lista de sacerdotes que en los ámbitos más humildes alzan la voz en contra del poder narco.
Uno de los casos más resonantes ha sido el del padre Pepe Di Paola, de la pastoral de las villas, quien en tiempos en los que el arzobispo de Buenos Aires era el cardenal Jorge Bergoglio también sufrió fuertes amenazas.
En 2009, el entonces arzobispo de Buenos Aires alzó la voz para llamar la atención sobre la situación del cura, quien realizaba una movilizante labor en la villa 31-14, alejando a los jóvenes del hampa, y había firmado un documento denunciando el narcotráfico y una “despenalización de hecho”. Para Bergoglio, los narcotraficantes eran “mercaderes de tinieblas”.