Véronique Dufief padece un trastorno mental denominado "bipolaridad" desde hace 25 años.
Esta enfermedad afecta a ciertas personas que son más sensibles y frágiles que otras.
Para protegerse de lo que podría hacerle mal, Véronique Duffief se encerró construyendo un muro en torno a ella.
Pensaba que todo iría bien, pero sufría enormemente y sentía una gran soledad.
Cierto día, pidió a Jesús que la sanara. A los dos días fue hospitalizada por una crisis de delirio. Su bipolaridad se había manifestado.
Una sucesión de montañas rusas
Duffief describe esta enfermedad como una sucesión de montañas rusas, con alternancia de episodios depresivos (“te sientes abatida, sin vitalidad, desanimada, amorfa, apática”) y de episodios llamados "maníacos", con periodos de hospitalización.
“Es una ebullición, una efervescencia, una euforia, estados que pueden llegar hasta la forma patológica declarada del delirio”.
La autora precisa los diferentes nombres que ha recibido la bipolaridad durante los siglos: a Jean-Jacques Rousseau lo llamaban "ciclotímico” o “lunático”. En el siglo XIX se habla de “melancólicos”. Hasta hace poco se utilizaba el término de “psicosis maníaco-depresiva”, pero es una expresión negativa. Duffief prefiere el nombre de hoy en día: “bipolaridad”.
Rodearse de una tercera persona
Con el paso de los episodios de su enfermedad, esta mujer se ha reunido con diferentes médicos que la han tratado y ha podido avanzar y crecer en humildad.
“Hay una cosa que ha cambiado, imperceptible pero radicalmente, desde que aceptara mi vulnerabilidad”, nos cuenta. Para sanar, nos dice, es necesario que una tercera persona te escuche y ayude.
Explica también que hoy en día los medicamentos son eficaces y que los toma de buena gana siguiendo las prescripciones de su médico.
También hay que tener “un estilo de vida saludable, sencillo pero firme, por ejemplo con el cumplimiento de su caminata diaria de una hora”.
La ayuda de un psicoterapeuta
También la han guiado en el ámbito psicológico. Gracias a la terapia psicológica, ha aprendido, poco a poco, a tener una relación correcta con sus hijas.
Nuestra inteligencia viene de Dios. Es bueno vivir el presente, apoyarse en la fe y aprender a amar y a perdonar. En realidad todos somos “pobres en busca de amor”.
La importancia de la oración
Véronique Dufief descubrió la importancia de rezar durante un retiro en la abadía de Saint-Wandrille, en la Normandía francesa.
Al final del libro, la autora explica cómo el Señor le ayudó a aceptar su enfermedad, su pobreza y a confiar en Jesús pasara lo que pasase.
Dios la ha creado así y la ama igualmente con su enfermedad.
Y es que, a pesar de su bipolaridad, posee también talentos y riqueza en su interior, sobre todo para la escritura y, en particular, para la poesía.
Su enfermedad le ha aportado un gran deseo de conocer gente. En cuanto a la curación, ahora la ve de otra manera.
Ya no se trata de querer eliminar la enfermedad, sino de aceptar seguir enferma sabiendo que solo Dios cura.
La souffrance désarmée, de Véronique Dufief, editorial Salvator, Collection Points, edición de bolsillo 2017 (publicado en 2013), 126 págs., 6’40 euros.