Llevar a cabo prácticas espirituales y conquistar el bienestar psíquico-espiritual puede ayudar a reducir los riesgos de la disminución cognitiva
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El cerebro humano está formado por aproximadamente 35.000 millones de células nerviosas llamadas neuronas. Con un peso en torno a 1,4 kg, permite que el hombre identifique, interprete y actúe en el universo que le rodea. Es, por tanto, el responsable de regular las funciones básicas del organismo (caminar y hacer otros movimientos), y también las complejas (el habla, la escritura etc.) llegando hasta las facultades superiores como la memoria, la comprensión artística, el raciocinio lógico etc.
A medida que el hombre envejece, también lo hace su cerebro, y va perdiendo su eficiencia. De esa forma, es común que las personas ancianas tengan algunos lapsos de memoria o disminuyan sus habilidades, además algunas situaciones de estos síntomas tienen lugar antes de lo esperado, en individuos jóvenes y de modo galopante.
Em 1906, un médico llamado Dr. Alois Alzheimer atendió a una mujer de aproximadamente 50 años, que presentaba una dolencia mental poco común: sus síntomas eran pérdida de memoria, problemas de lenguaje y comportamiento imprevisible. Esas señales no eran de esperar en una señora de esa edad, por eso el hecho intrigó al médico.
Después de que ella muriera, examinó su cerebro y encontró allí áreas con acumulación de proteínas (depósitos de proteína beta-amiloide), además de enmarañados anormales de las células neurales (neuronas), así como la pérdida de conexiones entre las neuronas y reducción del tamaño del cerebro. En ese momento, descubrió una dolencia que, después, fue bautizada con el nombre del primero que la estudió: Alzheimer.
Essa enfermedad es cerebral, irreversibles y progresiva. Literalmente, destruye la memoria y la capacidad de pensar de quienes la padecen y, eventualmente, también incapacita al individuo en la realización de tareas más simples, como tomar un tenedor o peinarse. Ningún tratamiento puede curarla. Sin embargo, algunos medicamentos logran retrasar su evolución o minimizar los síntomas por un tiempo limitado.
Debido a la limitación actual de la Medicina – que no consigue curar esa terrible enfermedad – los profesionales concentran esfuerzos en su prevención. Existen, así, muchos estudios y publicaciones que intentan dar informaciones a la población respecto a la prevención del Alzheimer. De ahí las orientaciones de la Alzheimer’s Research & Prevention Fundation que basa su trabajo preventivo en cuatro grandes pilares.
Primer pilar – Dieta mediterránea – numerosos y recientes estudios están demostrando que una dieta de tipo mediterrânea (alto consumo de frutas, verduras, legumbres y pescado) podría estar asociada a un riesgo menor a la enfermedad del Alzheimer, además de atrasar el declive de las habilidades cerebrales propias del envejecimiento.
Segundo pilar – Manejo del Estrés – El cerebro sufre tanto como el cuerpo los efectos del estrés: aumento de la presión arterial, elevación de los niveles de cortisol (hormona del estrés), alteración de los niveles de azúcar en el cuerpo etc. De ahí que el control del estrés sea un punto clave para el equilibrio del organismo, con los consiguientes beneficios para el cerebro.
Tercer pilar – Práctica de Ejercicios – Los estudios demuestran que la práctica de ejercicios físicos reduce en un 50% los riesgos de desarrollar Alzheimer.
Cuarto pilar – Prácticas religiosas – Llevar a cabo prácticas espirituales y conquistar el bienestar psíquico-espiritual puede ayudar a reducir los riesgos de declive cognitivo del envejecimiento y de la enfermedad de Alzheimer. Sí, los aspectos de la religión, como la socialización o la convivencia con personas de mentalidad semejante, la aceptación y el perdón de sí mismo y de los demás, la paciencia, la compasión y la empatía con uno mismo y con los demás, hacer voluntariado etc. son indicados como benéficos en la desaceleración y prevención del Alzheimer.
Sería deseable que cada uno de nosotros optásemos, de modo serio y continuo, por esas reglas que la ciencia médica ha apuntado.
Vanderlei de Lima es eremita en la Diócesis de Amparo (Brasil); Igor Precinoti es médico, post-graduado en Medicina Intensiva (UTI), especialista en Infectología y doctorando en Clínica Médica por la USP.