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El sexo en la tercera edad

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Anaïs Deban - publicado el 01/12/16
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¿La satisfacción sexual tiene fecha de caducidad? Pregúntenselo a Abraham y Sara…

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Uno de los viajeros respondió: ‘Dentro de un año volveré a verte, y para entonces tu esposa Sara tendrá un hijo’.
Abraham y Sara eran ya bastante ancianos, y Sara ya había dejado de menstruar.
Por eso, Sara se rió y pensó: ‘¿Acaso voy a tener este placer, ahora que ya estoy consumida y mi esposo es tan viejo?’. Pero el Señor le dijo a Abraham: ‘¿Acaso hay algo imposible para el Señor? El año que viene volveré a visitarte en esta fecha, y para entonces Sara habrá tenido un hijo’ (Génesis 18, extractos).

La complicidad de una pareja una vez pasados los sesenta no se parece mucho a la de años antes: “¿Acaso voy a tener este placer?”, se extraña espontáneamente Sara, riendo sin maldad, ante este desconocido que le predice un hijo…

Para empezar está el innegable envejecimiento del cuerpo, que cada uno lleva a su manera, más o menos bien. Luego, para un gran número de parejas casadas, hacer el amor después de los 60 años significa también hacer el amor con la misma persona después de más de treinta o cuarenta años.

Y sin embargo, a pesar de estos dos factores, todos los estudios son unánimes: las personas mayores consiguen en general más satisfacción en la intimidad con su pareja que los jóvenes. Y no es de extrañar, como veremos a continuación.

Para François Parpaix, médico sexólogo, esta constatación parece bastante lógica. Cuando los cuerpos no nos comprenden, todavía quedan la imaginación, la sensualidad y el erotismo. Por desgracia, la realidad fisiológica suele secuestrar el entusiasmo psíquico.

¿Cómo hacer frente en las relaciones sexuales a las principales dificultades derivadas del envejecimiento?

Al principio existe el temor de exponer los propios cuerpos, constata el doctor Parpaix, y se olvida que el otro experimenta las mismas angustias: formas, volúmenes y tallas en partes del cuerpo que se consideran ahora poco agraciadas (glúteos, vientre, muslos, etc.).

Luego aparecen de forma más concreta las disfunciones sexuales propias de la edad. Los problemas que todos podemos imaginar fácilmente no son pocos (problemas de erección, sequedad vaginal que afecta a muchas mujeres, etc.), además de una disminución, por no decir desaparición, del deseo sexual en la mujer y/o en el hombre (aunque los cónyuges permanezcan muy unidos); todo ello suele entenderse, erróneamente, como una señal de rechazo o de desamor.

Según añade François Parpaix, “estas disfunciones sexuales pueden verse acentuadas por otras consecuencias particulares de la vida:

  • Enfermedades crónicas, tipo diabetes, que provocan disfunción eréctil precoz, artrosis incapacitante, cáncer con los dolores asociados, pérdida de sensibilidad, sequedad, deformaciones o cicatrices… por no hablar de los efectos secundarios de los tratamientos.
  • Las heridas afectivas del corazón, en cualquier trayectoria vital, pueden desencadenar falta de confianza y miedo al abandono”.

Aunque estas dificultades sexuales puedan sonar irremediablemente como la sentencia de muerte de la sexualidad, por fortuna existen recursos de una eficacia variable. Aun así, cuidado con los medicamentos para la erección y los tratamientos de sustitución hormonal para la libido.

Un estudio reciente de investigadores de la Universidad Estatal de Míchigan, publicado en el Journal of Health and Social Behavior, no es demasiado tranquilizador: hacer el amor pasados los 57 años podría ser beneficioso para las mujeres ¡pero alteraría la salud cardiovascular de los hombres!

Los estimulantes sexuales, incluyendo la Viagra, son sospechosos de desempeñar un papel nefasto en los sistemas cardiacos cansados. Hay que consultar siempre al médico de cabecera.

Darle sabor a la vida conyugal después de la jubilación

Ningún tratamiento químico podrá reemplazar una vida íntima satisfactoria. Ante todo es importante reavivar el deseo, esforzarse en seducir al otro diariamente. Y no viene mal, por cierto, ¡ahora disponen de más tiempo! Aprovechen ese tiempo para reavivar la sensualidad y añadir intensidad sorprendiendo a su cónyuge.

Los dos han recorrido un largo camino juntos, su intimidad ha conocido los altibajos de los hijos y de la ambición profesional. Pero a partir de ahora su tiempo les pertenece más que nunca, ¡y les permite poner a la pareja en el centro de sus prioridades!

El consejo del sexólogo:

“Descubran lugares nuevos, ya que ahora tienen mucho más tiempo disponible para viajar, exploten un ambiente nuevo como en una habitación de invitados. Utilicen este nuevo horario para saborear dulcemente en la cama las mañanas de lluvia, de niebla y de frío; duerman la siesta bajo el edredón a la hora que quieran y, si se despiertan porque su pareja ronca, acaricien a su media naranja (…). Cuando sabemos que podemos alargar el día, en realidad lo disfrutamos más”.

Jubilación no es sinónimo de abstinencia

La sexualité de l’homme après 50 ans [La sexualidad del hombre después de los 50 años] de Yvon Dallaire, editorial Jouvence, 2008, en francés. Les recomiendo una obra de este terapeuta y conferenciante canadiense.

Siempre con la óptica de mejorar la vida en pareja, el autor tranquiliza en su libro a los hombres de 50 años y más: se puede hacer el amor durante toda la vida, únicamente hay que readaptarse continuamente, así que este libro les ayudará en ese sentido.

Evidentemente, que alguien hable de sexualidad en los mayores es poco frecuente. Y hablar concretamente de la sexualidad de la mujer de más de 60 es aún más raro. Es una auténtica lástima las pocas publicaciones interesantes y prácticas que se les dedican. No obstante, pueden consultar las obras de Marie de Hennezel, una psicóloga muy experimentada en la edad de oro de la vida.

 

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