Si Adviento es un tiempo de esperanza, ¡también puede serlo en tu vida de estudiante!
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El ritmo semestral, con los finales de cada asignatura, pueden convertir a diciembre en un mes tedioso para el universitario: entregar los trabajos, estudiar para los exámenes finales… El Adviento y las semanas previas a la Navidad, incluso la preparación del viaje a casa si se estudia lejos de ella, pasan a un segundo plano. Cómo hacer para no perder la cabeza en el instituto o la Universidad durante el mes de diciembre.
1) Ordena tu vida. Te quedan 20 días de estudio, o los que te queden, para rendir X cantidad de exámenes. Toma un calendario, y fíjate cuántos exámenes puedes rendir, y cuántos, si puedes, es mejor esperar a otra fecha de examen.
2) Mira con serenidad la vida. De acuerdo a tus objetivos personales, priorizarás llegar bien preparado a los exámenes, o no dejar de lada ninguna actividad personal. Si tienes fiestas de fin de año, y no quieres perdértelas, lo sabes muy bien, el cuerpo no te rendirá lo mismo para estudiar al día siguiente. Si quieres priorizar esa esperada fiesta, vuelve sobre tu calendario de estudio e inclúyela. Quizá te lleve a replantearte los exámenes.
3) Disfruta el estudio. Los exámenes finales suponen una oportunidad para abordar el conjunto de una asignatura, vincular todos los contenidos abordados durante el semestre, y sacar tus propias conclusiones de cada una de ellas. Nunca más en tu vida profesional volverás a tener un profesor que te comparta sistemáticamente cada uno de estos contenidos. Estudiando ordenada y serenamente cada uno de estos temas puedes descubrir nuevos aspectos apasionantes de la carrera que estás estudiando.
4) Programa descansos y dispersiones. Algunos suelen sugerir 15 minutos cada dos horas, otros necesitan 10 minutos tras cada 50 de estudio. De acuerdo a tu experiencia, tomate tu tiempo para poner la mente en blanco descansando. Si quieres cortar a media mañana para un café y escuchar las noticias, o aprovechar para llamar por teléfono a un amigo, hazlo. Sal a caminar si es necesario, o a correr suavemente. Pero hazlo sabiendo que tienes que volver a estudiar. Una alarma en el teléfono o en el reloj pueden ser un buen recordatorio de aquello que estás priorizando este mes.
5) Ponte metas parciales. Toma la guía de cada asignatura, o elabora tú mismo un índice de temas si es que la asignatura no los tiene. Establece metas parciales para cada uno de los temas, y no pases al siguiente hasta tener dominado el previo. Al final del día, repasa todos los que has estudiado ese día.
6) Imaginate qué te preguntará el profesor. Preguntate qué te preguntará el profesor Y escríbelo, o hazte la pregunta en voz alta. Animate a escribir qué le responderías, o a responder en voz alta que le responderías. Imaginate las preguntas más sencillas, y aquellas que te traen más problemas. Y si tienes dudas y tienes la posibilidad, consúltale al profesor.
7) Si necesitas nuevos lugares de estudio, cámbialos ya. No te sobra el tiempo. Si en tu casa te distraen tus hermanos o la televisión, si en tu cuarto la cama te invita a acostarte más de lo debido, busca nuevos espacios para el estudio. Prueba la biblioteca de la Universidad, prueba con un compañero de estudio que te marque los pasos… Y si en la biblioteca te da sueño, vuelve a buscar otro espacio. La casa de los abuelos, un bar tranquilo, una plaza…
8) Comer, dormir. No olvides ser ordenado en la recarga de combustible físico y espiritual. Come moderadamente para no provocar sueño que te quite horas de estudio, pero no dejes de recargar energías. Un buen desayuno con vitaminas, una comida liviana al mediodía, y un té con galletas por la tarde pueden ser un buen acompañante del estudio. No abuses del café. Y no dejes de dormir las horas de descanso que al día siguiente te permitan estudiar normalmente.
9) Rezar. Si tienes la posibilidad de ir a Misa diariamente, puede ser media hora de oración guiada por otro que te venga muy bien. Consagra tu día de estudio a María al empezar el día, y acuérdate de ella al mediodía. Si algo te cuesta, dile a Jesús: “Señor, esto me cuesta. Ayúdame”. Sé sincero en el diálogo con Jesús y mételo en tu día de estudio. Pídele además al Espíritu Santo, y a aquel santo que sabes siempre te ayuda. Y antes del examen, un Ave María, un Gloria, y una jaculatoria para tu santo.
10) Buen humor. Camina con alegría y templanza hacia la mesa sabiendo que hiciste un gran trabajo preparándote. Recibe bien predispuesto las preguntas. Si desconoces algo apenas ves la pregunta, no te bloquees. Con templanza vuelve sobre ti, piensa, y relee las preguntas, o pidiendo gentilmente un tiempo para pensar si es que el examen es oral. No te enojes pensando “Si me hubiera tocado el otro tema”… No pierdas la serenidad y da lo mejor de ti.