Elegir alejarse del Señor es la condena eterna. Lo dijo el papa Francisco durante la homilía de la misa celebrada en la Casa Santa Marta del Vaticano el 25 de noviembre de 2016.
Francisco exhortó a no dialogar con el diablo, seductor y embaucador, sino acercarse al último encuentro con el Señor, el día del Juicio, con corazón humilde.
En estos dos últimos días del Año Litúrgico, la Iglesia lleva a cumplimiento la reflexión sobre el fin del mundo, y el Papa habló recorriendo la primera lectura del Apocalipsis de Juan.
¿Cómo será el día del Juicio universal, se preguntó, y el encuentro final con Jesús?
El diablo seductor arruina la vida, nunca dialogues con él
El primero en ser juzgado es el “dragón, la serpiente antigua, que es el diablo”, y a quien un ángel que desciende del cielo lanza al abismo, encadenado para que “no seduzca más las naciones, porque él es el seductor”, destacó Francisco.
Humildad
También en el desierto, de hecho, añadió el Papa, Jesús nunca “ha usado una palabra suya, porque era muy consciente del peligro”.
“En las tres respuesta que da al demonio, se defiende con la Palabra de Dios”, la “Palabra de la Biblia”.
No dialogar con este “mentiroso” y embaucador, dijo de nuevo el Papa, “que quiere nuestra ruina”, y que “por esto será lanzado al abismo”.
En la página del Apocalipsis aparecen las almas del martirio, los “humildes”, observó el Papa, que han testificado a Jesucristo y no han adorado al diablo y a sus seguidores, “el dinero, la mundanidad, la vanidad”, llegando a dar la vida.
La condena es la lejanía de Dios, no una sala de tortura
El Señor juzgará a los “grandes y pequeños”, por sus obras, se lee en el Apocalipsis, y los condenados serán lanzados al “lago de fuego”.
Francisco quiso hablar sobre esta segunda muerte:
La lejanía para siempre del “Dios que da la felicidad”, del “Dios que nos quiere mucho”, este es el fuego, afirmó el Papa.
Pero la última imagen del Apocalipsis se abre a la esperanza y también Francisco lo hace.
Abrir el corazón a Jesús da la salvación
Si “abrimos nuestro corazón”, como nos pide Jesús, y no vamos a nuestro albedrío, tendremos “la alegría y la salvación”, aseguró Francisco, el “cielo y tierra nuevos”.
Dejarse “acariciar y perdonar” por Jesús, sin orgullo pero con esperanza, fue la invitación final del Papa: