El último uso de la tecnología parece evitar el uso de células embrionarias y podría incentivar la carrera internacional
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Una serie de experimentos en China con un controvertido proceso de modificación de genes puede ser la clave para la cura del cáncer, según informa la revista científica Nature.
Un equipo de la Universidad de Sichuan en Chengdú, China, se ha convertido en el primero del mundo en inyectar en una persona células que contienen genes editados usando la técnica CRISPR-Cas9.
Desarrollada en 2014, las CRISPR (repeticiones palindrómicas cortas agrupadas y regularmente interespaciadas, en sus siglas en inglés) permiten a los científicos cortar un fragmento no deseado de ADN y reemplazarlo con la secuencia correcta.
A pesar de lo prometedor del método, ha levantado polémica.
“Nuestra capacidad para reescribir el genoma humano a voluntad a través de técnicas precisas de edición de ADN (…) sin duda plantea preocupaciones significativas en relación al mal uso de la tecnología”, dice el Centro Católico de Bioética de Estados Unidos (NCBC).
“De hecho, los investigadores ya debaten sobre la posibilidad de ir más allá de las terapias y los tratamientos y usar CRISPR y otras tecnologías de alteración genética para mejorar las características del ser humano. Por ejemplo, una posible dirección sería diseñar cambios en los músculos humanos para que pudieran trabajar más y durante más tiempo, y así mejorar el rendimiento de atletas y soldados”.
Sin embargo, en reacción al nuevo avance en China, el director de educación del NCBC, el sacerdote Tad Pacholczyk, manifestó que “ofrece un interesante vistazo a algunas de las probables aplicaciones futuras de la CRISPR-Cas9”.
“Con suerte, no habrá ningún efecto secundario imprevisto derivado de este estudio, pero incluso si lo hubiere, creo que los investigadores resolverían los problemas bastante rápido”, afirmó el padre Pacholczyk.
“Esta técnica representa un fragmento importante de la magia de la biotecnología y probablemente se use en el futuro para abordar las terapias de una gran variedad de enfermedades. Desde un punto de vista ético, esta noticia en particular no suscita preocupaciones más allá del ámbito habitual de las dudas sobre el equilibrio entre riesgos anticipados y beneficios para el paciente tratado, ya que está asegurado un nivel suficiente de modelos de trabajo con animales que precedió a las pruebas con humanos, así como el alto coste probablemente involucrado, etc.”.
El experto en ética manifestó su confianza en que en el futuro los científicos no “se adentrarán en el oscuro callejón de usar esta técnica para editar genes en embriones humanos, ni tampoco encaminarse hacia la introducción de cambios genéticos en la línea germinal”.
A finales de octubre, el oncólogo chino Lu You inyectó células modificadas en un paciente como parte de un ensayo clínico en el West China Hospital de Chengdu, según informa Nature.
Este paso parece contribuir a la creación de una especie de competición científica internacional, al estilo de la antigua rivalidad de la “carrera espacial” entre Estados Unidos y la antigua Unión Soviética.
Los primeros ensayos clínicos con células editadas con una técnica diferente han entusiasmado a los médicos. La introducción de la CRISPR, que es más simple y eficiente que otras técnicas, probablemente acelerará la carrera para llevar células con genes editados a clínicas de todo el mundo, explica Carl June, especialista en inmunoterapia en la Universidad de Pensilvania, en Filadelfia, y director de uno de los primeros estudios.
“Creo que va a desencadenar un ‘Sputnik 2.0’, un duelo biomédico entre los avances de China y Estados Unidos, lo cual es importante, ya que la competición normalmente mejora el producto final”, afirma June.
June es asesor científico de un experimento planificado en EE.UU. que usará la CRISPR para abordar tres genes en determinadas células con el objetivo de tratar varios tipos de cáncer, explica Nature.
Los experimentos de Lu parecen evitar problemas éticos, como el empleo de células de embriones. Según el artículo, los investigadores extrajeron células inmunitarias de la propia sangre del receptor y luego desactivaron un gen en ellas usando CRISPR–Cas9.
Luego su equipo cultivó las células editadas para incrementar su número y las volvieron a inyectar al paciente. Así confían en que las células editadas ataquen y derroten al cáncer.