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Elle, el monstruo que hay en mí

Ramón Monedero - publicado el 10/10/16

El antaño director estrella de Hollywood, Paul Verhoeven (Robocop, Desafío total…) regresa con una brutal historia sobre una mujer que es agredida y que decide tratar el asunto a su manera

Hace poco vi unas fotos de Paul Veroheven cuando pasó por el festival de Cannes a presentar su última película, Elle. Verhoeven, que ya tiene 78 años, se presentó en la populosa ciudad francesa con el aspecto de un afable abuelito de inquebrantable sonrisa y buenos modales.

Atrás parece que ha quedado el Paul Vehoreven de grandes gafas y pelo ligeramente largo que derrochaba energía y alboroto allí donde se dejaba caer. Brutal, lascivo, violento y sexual, puede que Hollywood, en su habitual juego de doble moral con el que se suele mover, rechazara en público las películas que hizo allí al tiempo que no dejaba de ofrecerle proyectos golosos. Aterrizó en la Tierra de los Sueños y se marcó un trio de ases que todavía muchos están tratando de digerir, Robocop, Desafío Total e Instinto Básico.

En su Holanda natal ya había rodado tres o cuatro películas que convulsionaron la industria del cine de su país y que incluso llegaron a los Oscar en la categoría de la mejor película extranjera como fue el caso de la muy polémica Delicias turcas.

Verhoeven salió espantado de Hollywood cuando se estrelló tres veces seguidas en realidad, con tres películas muy distintas. Showgirls, que acaba de ser reestrenada en Francia como una obra de autor maldita e incomprendida, Starship Troopers, un chiste que ironizaba sobre el fascismo que casi nadie pilló y la muy decepcionante El hombre sin sombra, poco se podía hacer con ese guion.

Harto de hacer únicamente lo que Hollywood le pedía y cansado de comprobar como era rechazado cuando ofrecía algo distinto de lo que se esperaba de él, Verhoeven hizo las maletas y regresó a su Holanda natal. Desde entonces, cada vez que Paul Verhoeven estrena película (y ha filmado tan solo dos títulos en doce años) rebrotan las voces que recuerdan que aunque durante años estuvo disfrazado de director de blockbuster de ciencia ficción en realidad, bajo Verhoeven hay un cineasta con una visión del mundo, aunque eso sí, una visión muy polémica.

El cine de Verhoeven no sería suyo si no arrastra polémica. Al cineasta le encanta incomodar al espectador y abordar con naturalidad cuestiones de las que no se suelen hablar todos los días. Tal vez por esto su acariciado proyecto de sacar adelante una película sobre Jesucristo nunca ha salido adelante. A buen seguro escandalizaría a más de un credo y desataría los siete males en torno a su figura.

De lo que se sabe de este proyecto, Verhoeven, a pesar de ser un hombre profundamente religioso no concebía al hijo de Dios como se suele pensar en él. De hecho, a la vista de que el proyecto es más que probable que nunca se materialice, Paul Verhoeven ha terminado escribiendo un libro titulado Jesucristo, lo digo más que nada para que si alguien se tropieza con él sea muy consciente de lo que va a comprar, por más que sea una obra, dicen que abrumadoramente documentada.

Mientras tanto, Verhoeven sigue haciendo películas cómo puede y dónde puede. Levantar un largometraje no es igual de fácil dentro que fuera de Hollywood. Después de El libro negro, que la rodó en Holanda, ahora el director se ha desplazado a la Francia donde se doctoró en Matemáticas y Física (ojo al dato) para rodar una historia que sobre el papel bien podría parecerse a un telefilme.

Elle nos cuenta la historia de una mujer que es violada en su propia casa a partir de cuyo momento decide vengarse de su agresor. Sin embargo, en la cinta de Verhoeven la mujer que es forzada no es precisamente el típico estereotipo de mujer agredida. Michèle Leblanc (Isabelle Hupert) es una alta ejecutiva de una empresa de videojuegos que exige a sus empleados más violencia y más brutalidad en sus propuestas para las consolas. Es una mujer típicamente verhoeveniana, sin prejuicios y fuerte que utiliza el sexo como forma de liberación ajena a los tabúes y las convicciones sociales que no llama a la policía cuando un desconocido entra en su casa y la viola.

Sin embargo, al final Elle aunque tiene algo de relato moral es también una historia fría y desesperanzadora. Michèle es hija de un monstruo que mató a toda una familia y ella, a su manera también resulta algo monstruosa. ¿Qué nos dice Veroheven? Que todos somos (o podemos ser) un poco monstruosos.

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