La localidad francesa de Haute-Isle, habitada desde la prehistoria, conserva la costumbre de vivir en cuevas
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Haute-Isle se precia de ser un pueblo, en sentido estricto, troglodita. Lejos de ser bárbaros, “troglodita” significa, simplemente (apegándonos estrictamente a lo que el siempre fiel diccionario de la Real Academia Española apunta) “que habita en cavernas”: las casas y demás edificaciones del pueblo han sido excavadas en las laderas de roca caliza en las laderas del Valle del Sena.
Habitada desde la prehistoria, si la región de Haute-Isle ha conservado la tradición de vivir en cuevas, no es de extrañar que la iglesia del pueblo sea también una cueva más.
En el año de 1673 se terminó la excavación (que no exactamente la “construcción”, digamos) de la iglesia parroquial del lugar, dedicada a la Anunciación.
Se trata de una iglesia de 20 metros de ancho por 20 de largo y 8 de alto, con cuatro sencillas ventanas que dan al exterior de la cueva, que tuvo que cerrar en 1999 para ser restaurada, pero que ya hoy es nuevamente el corazón de la vida litúrgica de este pequeño pueblo de poco menos de 400 habitantes.
Para más información sobre Haute-Isle y su iglesia, puede leer el post original, publicado en Atlas Obscura.