Cuenta la tradición que cuando la santa salía de viaje, el rostro del Niño Jesús se transformaba con un puchero y lloraba
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Teresa de Jesús, la santa, mística, doctora de la Iglesia, era una gran devota a la infancia de Jesús. Prueba de ello es la presencia de la imagen del Niño Jesús en cada una de sus fundaciones carmelitanas. Incluso existe una leyenda que dice que la preciosa imagen del Divino Infante que hoy es venerada en la iglesia de Santa María la Victoria en Praga, República Checa, perteneció a la religiosa reformadora de la Orden del Carmelo.
Niño Jesús “Lloroncito” / Foto: Gaudium Press. |
Por eso no es de extrañar que entre los tesoros de valor espiritual que dejó la santa se encuentren varias imágenes del pequeño Jesús. Pero hay una que llama la atención entre las demás: la conocida como “El Lloroncito”.
La hermosa imagen -que recuerda justamente al Niño Jesús de Praga, porque con su mano derecha bendice y con la izquierda sostiene un globo que representa el universo- se encuentra en el Convento San José de Toledo; una de las fundaciones de Teresa de Jesús.
La efigie, que sólo mide 20 centímetros de altura, fue tallada en madera y data del siglo XVI, fue llevada por la santa a Toledo cuando fundó el Convento en esta ciudad en 1569, siendo su quinta fundación.
De acuerdo con una tradición carmelitana, la pequeña imagen es llamada “El Lloroncito” porque cuando Santa Teresa de Ávila debía marchar y dejaba el Convento de Toledo, el rostro del Niño Jesús se transformaba con un puchero y lloraba.
Así está escrito en el museo del convento que resguarda este tesoro: “El día 8 de junio de 1580 se despedía Santa Teresa de sus religiosas de Toledo, para dirigirse a Segovia. El corazón, naturalmente afectuoso, de la Santa, sufría cruelmente en estas despedidas, en especial cuando pensaba que nos las había de tornar a ver (a sus hijas). No ella ni sus queridas religiosas se engañaban esta vez, pues todas presentían que la Madre llegaba a término de su jornada en la tierra. Según piadosa tradición, hasta una imagen del Niño Jesús se asoció al duelo de las monjas, derramando lágrimas al despedirse la Santa de su querido convento de Toledo. Desde entonces llaman a esta imagen con el cariñoso nombre del ‘Niño Lloroncito'”.
Como todo Niño Rey, la imagen cuneta también con un hermoso ajuar con varias túnicas bordadas, complementos de orfebrería, zapatos y sonajeros, que eran piezas habituales de la dote de las religiosas.
El ajuar del “Lloroncito” / Foto: Gaudium Press. |
“Yo soy Jesús de Teresa”
Otra tradición también habla del encuentro personal que tuvo Santa Teresa con el Niño Jesús.
Se cuenta que el hecho ocurrió en el Monasterio de la Encarnación en Ávila un día que la Madre bajaba por las escaleras y tropezó con un precioso niño que le sonreía. Sor Teresa sorprendida por ver a un pequeño dentro del Convento se dirige a él y le pregunta: “¿Y tú quién eres?”. A lo que el niño le responde con otra pregunta: “¿Y quién eres tú?”. La Madre le dijo: “Yo soy Teresa de Jesús”. Y el niño, con una amplia y luminosa sonrisa, le dice: “Pues, yo soy Jesús de Teresa”.
Artículo originalmente publicado por Gaudium Press