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¿Cómo mis complejos psicológicos me alejan de Dios?

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Orfa Astorga - publicado el 16/08/16
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Todos hemos tenido experiencias difíciles, pero son superables

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Y lo que cayó en tierra buena son los que oyen la palabra con un corazón bueno y generoso, la conservan y dan fruto mediante la perseverancia.

La referencia a un corazón bueno y generoso, significa que las virtudes humanas son requisito para las virtudes sobrenaturales, porque “con la ayuda de Dios forjan el carácter y dan soltura en la práctica del bien”.

Las virtudes humanas son valores hechos vida porque a través de ellas se alcanzan los bienes que promueven nuestra naturaleza, haciendo la vida gratificante. El esfuerzo que comporta el adquirirlas, se justifica por el valor a alcanzar. Vale mucho la pena perseverar para lograr el fruto.

Un ejemplo: para alcanzar el valor de la amistad son necesarias virtudes como: lealtad, sinceridad, honestidad, generosidad.

Un gran obstáculo para el logro de la virtudes humanas y sobrenaturales son los complejos psicológicos que generan frustraciones y sufrimientos. Lo son, porque se trata de ideas que distorsionan la realidad sobre la persona misma, las cosas y circunstancias que la rodean; pensamientos irracionales o sobredimensionados que generan sentimientos de baja autoestima, manifestados como minusvalía o sobrevaloración en la persona que los padece, afectando su comportamiento.

Ideas de minusvalía:

Soy de baja estatura, no soy inteligente, soy feo, he cometido demasiados errores, soy pobre, tengo muchos defectos, nadie creerá en mí, no sé hacer amigos, se burlan de mí…

Ideas de sobrevaloración:

Cuan inteligente y talentoso soy, soy bellísima e irresistible, soy muy atractivo y todos me admiran, he logrado una gran madurez a diferencia de otros, soy una persona de mucha experiencia nadie me puede enseñar nada, soy de amplio criterio…

Antídotos para evitar lo complejos; combatirlos desde la raíz o eliminarlos.

Sobre mi pasado.- He fracasado, tomado malas decisiones, cometido faltas, adquirido culpas, hecho el ridículo… Mi pasado ya no lo puedo cambiar, pero en el mejor ejercicio de mi libertad, nada ni nadie me impiden convertir todas las malas experiencias en una montaña que puedo subir para ser mejor y disfrutar de la vida. Por eso, los hechos y las personas relacionadas con esas experiencias, tendrán solo la importancia que yo les reconozca, porque me han servido de esa manera.

Sobre mi apariencia física, mis capacidades y limitaciones.- Dios me ama como me hizo, lo hace con un amor personal que está muy por encima de mi apariencia, facultades, limitaciones, de mis cualidades o defectos cualesquiera que fuesen. Mi verdadero merito se encuentra en la respuesta a los talentos heredados por la adquisición de virtudes en las que empeño mi inteligencia y voluntad, comprometiendo mi libertad por amor a Dios y a mi prójimo.

Sobre la opinión ajena.- Solo la tomare en cuenta viniendo de gente que sé muy bien que me quiere, que busca ayudarme y/o en la que puedo reconocer con objetividad una autoridad. Puedo tener sentimientos que me causen pena, pero sin dejarme arrastrar por ellos. Soy consciente de que fuera del pecado personal, nada existe en la vida que me deba dar verdadera vergüenza y me humille más.

Sobre las injusticias.- No permitiré el abuso, las burlas, la injusticia sobre mi persona o la de otro. Siempre diré lo que pienso, siento, lo que me afectan las actitudes equivocadas de las personas. Lo hare con serenidad y fortaleza exigiendo justicia. No se apocara mi corazón, y diré no, al temor.

Sobre los retos de la vida.- No buscare soluciones fáciles que anulen mi capacidad de luchar, pondré en juego todas mis capacidades. No tendré miedo al fracaso, sino a no intentar las cosas, y siempre hare todo lo mejor posible. Veré mis logros con humildad y agradecimiento por la ayuda recibida de Dios, y los demás.

Sobre mi camino a la madurez.- Puedo ser tímido, inseguro, temeroso, provenir de una familia herida, haber sufrido maltrato. Pero todo lo puedo superar, tengo el derecho a ser feliz consciente de que yo, y solo yo, soy responsable de mi destino. No asumiré en mi vida los errores que otros hayan cometido conmigo. La vida es bella, pues arriba de las nubes oscuras siempre brilla el sol.

Sobre mi debilidad. – Evitare fugarme de la dureza de la realidad con el alcohol, las drogas, el sexo, relaciones y diversiones superficiales. Tendré el valor de enfrentarme conmigo mismo, viendo en mi interior mis carencias para sanarlas y enfrentar la realidad poniendo los medios necesarios; aunque duela, aunque cueste, aunque sienta desfallecer. Las batallas las ganan los soldados cansados, y venceré.

Sobre los defectos propios y ajenos.- No me rebelaren contra ellos, tampoco los aceptare pasivamente, sino que los veré como un signo y oportunidad para cambiar positivamente mi vida y la de los demás. Puedo equivocarme, pero tendré siempre el derecho y la posibilidad de corregir pidiendo perdón cuando sea necesario, esforzándome por perdonar pronto y sinceramente si alguna vez soy ofendido. No seré esclavo de deudas contraídas ni del resentimiento.

Sobre mi fin como persona. – Mi fin último en esta vida es llegar a la casa del padre. No me convertiré en un errado fin de mi misma persona, por egoísmo; ni en el de quien me quiera manipular.

Sobre mi esperanza.- Hoy tendré un momento de intimidad con Dios. Le contare de mis afanes, proyectos nobles, alegrías; también de mis miedos, culpas, resentimientos e irritabilidad. Le pediré que me sane dándole las gracias por todo, pidiendo perdón por mis fallos y más ayuda en cada nuevo comienzo.

Todos hemos tenido experiencias difíciles. Crisis que han generado vida porque nos han exigido el desarrollo de virtudes que han impedido la baja autoestima, y con ello, los complejos.

Sin embargo, todos los complejos adquiridos son superables. En algunos casos con ayuda especializada.

Por Orfa Astorga de Lira, Máster en matrimonio y familia, Universidad de Navarra.

Escríbeme a consultorio@aleteia.org

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