Para no ser deportados, haitianos se disfrazan de africanos; y para comer algo, africanos piden como hondureños
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El hambre y la necesidad de un lugar seguro para vivir convierten al hombre en un ser capaz de buscar –de todas las maneras posibles—integrarse a otros países más prósperos o más pacíficos que el suyo. Y arriesgarse en lograrlo. Incluso arriesgar su vida. Y vale todo.
Incluyendo el viejo arte del disfraz: haitianos que pasan por africanos y que se agolpan en los centros de apoyo a los migrantes en Tijuana, en la frontera de México con Estados Unidos; hombres de color en diversos lugares de México que “hablan” como si fueran migrantes hondureños (y de eso “trabajan”)… pero son de África.
Piden “como hondureños”, porque en general la sociedad mexicana se encuentra muy dolida con el tránsito de los migrantes centroamericanos por el país. Y da mucho. Los migrantes tiene que aprender algunos modismo de Honduras como “gracias papi, soy catracho, ando con filo (hambre)”… Y así van tirando hasta la frontera. Allá es otra cosa.
No solo en México
Según una nota publicada en el periódico costarricense La Nación, 95 por ciento de los migrantes irregulares, afincados en las fronteras norte y sur de Costa Rica, son haitianos que se hacen pasar por africanos, para evitar la deportación a su país de origen.
Esta información ha sido confirmada el canciller del gobierno costarricense, Manuel González Sanz, quien dijo que las autoridades nacionales lograron detectar esa estrategia, luego de entrevistar a varios de ellos.
“Cada vez vemos que no son tan africanos, sino más bien que son más haitianos, en un porcentaje superior al 95% (…). Todos ellos dicen que son africanos, no les conviene decir que son haitianos, porque aplican otras condiciones y, por supuesto, la posibilidad de la deportación a Haití es más cercana que si tuviéramos que hacerlo a un país africano”, declaró González.
Antes, los cubanos
El gobierno de Costa Rica calcula que hay más de 2.000 migrantes irregulares en este pequeño país centroamericano, célebre en todo el continente por su respeto a los derechos humanos.
La crisis de migrantes en Costa Rica comenzó en abril pasado, cuando Nicaragua decidió cerrar sus fronteras ante la avalancha de migrantes cubanos (llegaron a ser 8,000) que venían desde Ecuador, Colombia y Panamá camino a Estados Unidos para beneficiarse de una ley que les permite cruzar la frontera de este país y ser acogidos como refugiados.
La llamada iniciativa de “pies secos, pies mojados” ha atraído a miles de cubanos que salen como pueden de la isla, y tratan de cruzar a pie la frontera. Si lo hacen por mar, no obtienen el beneficio de los “pies secos” de Estados Unidos.
Tras la oleada de cubanos, ahora toca el turno a los haitianos. Muchos de ellos vienen desde Brasil y han quedado varados, como le había pasado a otro contingente de cubanos, en el puesto fronterizo de Paso Canoas, colindante (al sur) con Panamá.
Buscar la vida
Los haitianos huyen de su país, el más pobre del continente, y de Brasil donde fueron acogidos pero no pudieron encontrar un buen trabajo y un nivel de vida digno. Van a Estados Unidos, según dijeron, “para buscar vida”.
En la actualidad, dice la nota de La Nación, “el flujo de migrantes irregulares se ha tornado imparable en la frontera sur del país”. La oficina de Migración de Paso Canoas recibe unas 150 solicitudes diarias, para transitar por Costa Rica durante 25 días, pero solo puede otorgar 100 fichas individuales y 15 familiares.
Y en la frontera con Nicaragua, la cuestión es igualmente complicada: hay cientos de migrantes, algunos de ellos en albergues de la Comisión Nacional de Emergencias. De allí arriesgan su vida cruzando clandestinamente hacia suelo nicaragüense, por tierra o por mar.