Una cinta fresca y nada moralista sobre la positividad de la vida desde el momento de su concepción
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Los fetos tienen uñas. ¿Lo sabían? Yo tampoco. Es este un conocimiento del tipo Trivial Pursuit. Y se aprende viendo Juno, comedia indie con sabor a Capra. Pero la cinta no solo enseña esto. Hay en ella toda una profundidad que despliega con chispa, humor y crítica a la superficialidad.
Esta no es una película para moralistas ni para mentes cerradas en ideologías de colores, rojas, azules o de arco iris. O es más: esta es una película para moralistas y para mentes cerradas en ideologías de colores, rojas, azules o de arco iris. Y lo es porque es una cinta profundamente educativa, que sale de cualquier estereotipo o casilla, y se atreve a caminar por la senda de la realidad.
Filme realista que apuesta por la vida y su positividad, y que se muestra crítica con el aborto. ¿Cine ideológico? Para nada. El guión, ganador de un Oscar, es la opera prima de una stripper con nombre de demonio, Diablo Cody, que aparte de escribir un blog también se dedicaba a los servicios sexuales telefónicos. Desmontando tópicos en una cinta sin simplificaciones y nada vulgar.
La historia que nos presenta Jason Reitman (Gracias por fumar) narra las peripecias de Juno, una inteligente adolescente de 16 años interpretada por la fantástica Ellen Page. La joven se queda embarazada en su debut sexual de Bleeker, un chico distinto a ella, tímido y simplón. Tras plantearse el aborto, Juno se entera de que el feto que crece en su interior tiene uñas. Cosas insignificantes cargadas de significado. De este modo, en su imaginería empieza a pensar que es una especie de recipiente sagrado que custodia una ameba. Por ello, decide tener el bebé y darlo en adopción a unos padres con quienes el hijo pueda crecer razonablemente. Juno escoge a unos pijos y nuevos ricos especiales. Él es un rockero reconvertido en productor musical que pronto hace migas con los gustos de Juno; ella es altiva y calculadora, y vive con terror la posibilidad de no ser madre. La decisión de la joven Juno hará aflorar la vocación de cada uno de ellos, en un camino dramático no exento de fisuras y dolores.
Esta comedia, cargada de personajes entrañables, es un auténtico canto a la originalidad, a la creatividad, ante las situaciones embarazosas… Fresca e imaginativa, con un guión delirante, plagado de personajes entrañables, el film es realista y nada moralizante. La cinta se atreve a decir que hay situaciones difíciles sin una solución perfecta y que no se resuelven de un modo irreflexivo.
Es su humanidad, y su maduración en la realidad, así como el tejido de relaciones en el que vive lo que la lleva a Juno a tomar una decisión dura pero constructiva y justa: no abortar y dar al niño en adopción. Al estilo de Moisés, su hijo será una suerte de profeta de una vida nueva para todos.
En este sentido el filme es exquisito a la hora de enseñar un valor educativo imprescindible: la aceptación de la realidad como lugar para aprender. En efecto, una condición no deseada y que fácilmente podría refutarse puede incluso convertirse en ocasión para crecer. Sí, porque Juno tiene razón al principio al decir que no sabe quién es ella; pero, dejándose guiar y afrontando su circunstancia así como los pequeños detalles que no tomaba en serio (esas uñas), poco a poco es capaz de decir yo con propiedad y conciencia.
Lejos de ideologías, se produce el cambio en el diálogo con la realidad y la amistad que lo acompaña. Nada de dialécticas. Al contrario, la película evidencia que todo lo que ocurre puede abrir a una positividad, no porque seamos especialmente fuertes (Juno no lo es), ni porque sigamos normas o ideologías (Juno lo hace), sino porque tomamos en serio la promesa que hay en las cosas. Y así descubrimos que cada circunstancia encierra un bien.