Ideal para disfrutar en familia y muy atractivo para los más pequeños.
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Heidi es una huérfana de cinco años, que es llevada a vivir con su insociable abuelo a las montañas suizas. Junto a su amigo Pedro cuida de las cabras del abuelo y disfruta de la libertad en las montañas. Pero un día su tía Dete decide llevársela a la ciudad de Frankfurt para educarla y cuidar de Klara, una niña inválida de familia adinerada.
Es difícil pensar en Heidi sin evocar la famosa serie de televisión japonesa con la que muchos hemos crecido. Sin embargo, la comparación no es fácil si tenemos en cuenta que la película que ahora se estrena es de imagen real y dura poco más de hora y media. Pero hay que reconocer que el resultado no decepciona. Obviamente todo está comprimido y sintetizado, pero transmite con brillantez las esencias del relato de la suiza Johanna Spyri, editado por primera vez en 1881. El primer acierto es el casting, especialmente la elección de la niña Anuk Steffe como Heidi, una actriz que se come la pantalla con sus ojos y su sonrisa. El abuelo es nada más y nada menos que Bruno Ganz, que borda su papel del “Viejo de los Alpes”. También Isabelle Ottman es una Clara creíble. Incluso la terrible Rottenmeyer huye de la caracterización caricaturesca. Unos paisajes espléndidos y unos secundarios acertados -como el mayordomo- ponen el broche a esta estupenda producción alemana dirigida por Alain Gsponer.
La película es un canto a la bondad del ser humano, al valor de los vínculos, a la importancia de las amistades puras y sobre todo al descubrimiento de la positividad que esconde hasta la situación más difícil. Naturalmente la serie de televisión, enormemente más extendida en el tiempo, permitía unos matices y profundizaciones mucho más ricos. Pero el conjunto es valioso, ideal para disfrutar en familia y muy atractivo para los más pequeños.