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“Este tipo de demonio sólo se combate con ayuno y oración”

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Aleteia Team - publicado el 29/07/16
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Estamos invitados este viernes a celebrar una jornada de ayuno por Francia

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Georges Pontier, presidente de la Conferencia Episcopal de Francia, ha invitado a los católicos de Francia a una jornada de ayuno y oración “por nuestro país y por la paz en el mundo” este viernes 29 de julio, tres días después del cobarde asesinato del sacerdote Jacques Hamel, primer mártir francés del siglo XXI.

Conmocionados por los atentados de Saint-Étienne-du-Rouvray, de Niza y de París, por estos meses de calvario que sufre nuestra querida tierra de Francia, desde la redacción de Aleteia nos unimos a esta iniciativa e invitamos a nuestros lectores a responder favorablemente a esta llamada de la Iglesia.

Os invitamos a todos y todas, cristianos o no, a participar en esta jornada de oración y de ayuno y a transmitir esta llamada a vuestros seres queridos y amigos en las redes sociales.

¿Por qué un ayuno?

El ayuno es al mismo tiempo un sacrificio de propiciación y de salvación. Está siempre presente en las llamadas de los grandes profetas de la Biblia tanto a reyes como a hombres, el ayuno es un sacrificio de propiciación (porque propicia la misericordia de Dios) que desarma a Dios, suspendiendo las sentencias de su cólera o los golpes de su justicia.

El ayuno es una fuente de salvación para el pecador, pues le tranquiliza apagando el fuego del pecado en su corazón al tiempo que lo abre a los tesoros de la gracia.

“El ayuno somete la carne al espíritu, somete al espíritu a Dios, hace descender a Dios hasta el hombre”, decía el padre Jacinto de Montargon, sacerdote y predicador de los reyes de Francia y de Polonia.

El ayuno es una disciplina que, según san Juan Pablo II, ayuda a “dominar y corregir las tendencias de la naturaleza humana herida por el pecado” (Vita consecrata).

¿El ayuno es eficaz?

A sus discípulos frustrados y desanimados, que permanecían incapaces de curar a un joven poseído, lunático o epiléptico, según las Escrituras, Cristo les dijo: “Les digo la verdad, si tuvieran fe, aunque fuera tan pequeña como una semilla de mostaza, podrían decirle a esta montaña: ‘Muévete de aquí hasta allá’, y la montaña se movería. Nada sería imposible. Pero esta clase de demonio no se va sino con oración y ayuno” (Mateo 17: 20-21).

El ayuno, como sacrificio a Dios consentido libremente, nos conecta con los sufrimientos de Cristo y de las personas víctimas del terrorismo ciego y del odio sin sentido.

Al favorecer la humildad, la sobriedad y la introspección, el ayuno tiene como objetivo poner a los fieles en la mejor disposición posible para rezar y volver a centrarse en lo esencial: la Palabra de Dios, la comunión de los santos, la meditación sobre los santos misterios.

El papa Francisco ya decretó una jornada de ayuno similar por la paz en Siria, el 7 de septiembre de 2013. El resultado lo conocemos bien: el lunes 9 de septiembre Rusia proponía depositar el arsenal químico sirio bajo vigilancia internacional, con vistas a su destrucción.

Algunos días antes, un ataque aéreo francés sobre Damasco recibió el apoyo de la Casa Blanca sólo en el último momento, reacia a embarcarse en una nueva guerra en el Levante sin un mandato internacional…

¿Por qué el viernes?

El viernes, día de la crucifixión de Cristo, es el día tradicional de ayuno para los cristianos católicos y ortodoxos.

Este día de obligación está contemplado incluso en un artículo del código de derecho canónico (el derecho de la Iglesia): “Todos los viernes, a no ser que coincidan con una solemnidad, debe guardarse la abstinencia de carne, o de otro alimento que haya determinado la Conferencia Episcopal; ayuno y abstinencia se guardarán el miércoles de Ceniza y el Viernes Santo”.

Para acompañarnos en este día de ayuno, Magnificat nos propone estas dos oraciones:

El Señor es mi luz y mi salvación,
¿a quién temeré?
El Señor es la defensa de mi vida,
¿quién me hará temblar?

Salmo 26,1

“Señor, pon fin a la locura de los que aterrorizan a sus semejantes”

Dios, padre Nuestro,
que eres fuente de todo Amor,
a Ti se suplicamos,
óyenos:

Cuida de todos los que sufren;
da fuerzas en su sufrimiento a los heridos y moribundos;
acoge a tu lado a los que ya murieron.

Consuela y reconforta
a las víctimas del dolor y el terror;
y libérales de su angustia.

Bendice a los hombres y mujeres que consagran su vida
al servicio del prójimo,
que dan su protección, auxilio y atención.

Defiende a los cristianos perseguidos:
sufren por el amor de tu nombre.

Pon fin a la locura de los que aterrorizan a sus semejantes.
Muestra la fuerza de tu brazo
a aquellos que construyen su poder sobre el sufrimiento ajeno.

Termina con el poder de los que ofenden tus mandamientos.
Enséñanos a amarnos los unos a los otros,
como tu Hijo Jesucristo nuestro Señor nos ha amado.

Danos la fuerza para bendecir a los que nos maldicen
y la gracia de hacer el bien a los que nos odian.

Permite que anticipemos la venida de tu Reino
preservando siempre
entre nosotros
la unidad en la paz
por el vínculo del amor.

Amén.

Pierre-Marie Varennes

 

¿Cómo ayunar?

Para participar en este ayuno por las víctimas de los atentados y por Francia, podemos recurrir a las enseñanzas de los maestros espirituales de nuestro tiempo…

… o bien seguir los consejos de un padre de la Iglesia:

“¿Por qué torturar vuestro cuerpo con el hambre, si vais a halagarlo vergonzosamente con el pecado? Imponed desde el principio a vuestro corazón el ayuno del pecado y practicad luego el ayuno corporal. El ayuno no es más que la humillación del alma. Sin embargo, ¿qué humillación puede haber en privarse de alimento y multiplicar el número de pecados?

Si por lo tanto es con un espíritu piadoso que imponéis el ayuno a vuestro cuerpo, ante todo renunciad a los vicios, extinguid el fuego de vuestras pasiones, romped con la impetuosidad de vuestro espíritu, triunfad sobre los ardores de la concupiscencia, sofocad los fuegos de la avaricia, extended vuestra caridad cuanto sea posible, y verted en el seno de los pobres los excedentes de vuestras riquezas. Que todas las pasiones se quiebren contra la fuerza del alma, para que así esta alma encuentre ayuda en la santidad del cuerpo”.

San Agustín (354 – 430), Sermón n°67, Espíritu con el que se debe practicar el ayuno [Traducción libre]

 

Queridos lectores

Que este ayuno nos anime, durante el periodo vacacional, a estar más “atentos a lo que pasa en nuestro mundo actual. Recemos por aquellos que más lo necesitan, por la paz”. Estas palabras sencillas y proféticas fueron escritas, como un testamento, hace apenas un mes en la revista parroquial de Saint-Étienne-du-Rouvray, por un anciano y fiel servidor de Dios, martirizado en su Iglesia mientras celebraba la misa…

 

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