Si hay algo que gusta más que asistir a un truco de magia bien resuelto es que nos expliquen cómo ha sido posible
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Los buenos magos NUNCA explican sus trucos. Pero es que Los Cuatro Jinetes (el nombre por el que se conoce a los personajes que protagonizan esta película) precisamente utilizan su intelecto para mediante el uso de la ciencia y la técnica desenmascarar a quienes consideren “el malo de la función”.
Y para ello en ocasiones deben “tirar de la manta” y exponer tanto los”trucos” de los que se vale el villano como aquellos de los que se han valido ellos para desenmascararle.
Y es que si hay algo que gusta más que asistir a un truco de magia bien resuelto es que nos expliquen cómo ha sido posible.
Esto es así, sabemos que realmente la magia no existe y que siempre ha sucedido algo con mayor rapidez de la que nuestro ojo es capaz de detectar y de ahí que nuestra mente rellene los huecos que faltan para completar el conjunto.
A veces sucede esto con las películas, que se nos plantea poner de nuestra parte lo suficiente como para rellenar algunos huecos y que el truco siga funcionando, es lo que se conoce como suspensión de incredulidad.
Y en una película en la que la magia es el protagonista se echa de menos que en determinados momentos no seamos tan conscientes de que lo que vemos no es un truco “de verdad” sino que se trata de la “magia” de la animación por ordenador.
En su primera entrega, el conjunto de magos empeñados en ofrecer espectáculo y reivindicación social dejaron buen sabor de boca y sin desvelar demasiado el desenlace nos permitía atisbar un mundo mucho más complejo que se ocultaba tras los telones del escenario (El Ojo).
Ahora podemos conocer una nueva aventura en la que la causa justa complicará la vida de un parcialmente renovado equipo de Jinetes. Mucho.
Pero como siempre hay que hacer de la necesidad virtud, serán capaces de sobreponerse a la adversidad como ellos saben hacerlo: con magia.
Aquí convendría recordar la famosa frase del célebre Arthur C. Clarke, “cualquier tecnología lo suficientemente avanzada es indistinguible de la magia”, para tener presente que, aunque en la película se haya recurrido (con más frecuencia de la que quizá podría ser deseable) a la animación por ordenador para conseguir en pantalla el efecto mágico pretendido, en el fondo siempre hay una mente inquieta que se ha valido de la ciencia y la tecnología para construir un efecto sorprendente que produce en la víctima la consecuencia que se perseguía: poner bajo los focos públicos un engaño.
Así es la paradoja que con Ahora me ves 2 se mantiene en pie incólume tras haberse originado en la primera entrega: un engaño sacará a la luz otro mayor. En cierto modo nos encontramos ante una mentira piadosa que sirve para encontrar la verdad y exponerla ante el juicio público.
Y tras desenmascarar a quien permanecía en las sombras, nada como explicar a la audiencia cómo se ha logrado hacerlo y avanzar a los espectadores que ese mundo mágico que rodea El Ojo continúa creciendo en una franquicia que tiene por delante un prometedor camino siempre que sean capaces de seguir renovando la plantilla y de encontrar nuevos retos aunque en cierto modo quede la sensación de que estamos asistiendo a un trasunto imbuido de magia de lo que ya hemos visto en, por ejemplo, Ocean´s eleven (Steven Soderbergh, 2001) y sus secuelas.