Dioses de Egipto nació maldita. A nadie le gustó un pelo su tráiler. El film parte del estereotipo que todos tenemos de Egipto, pero en ningún caso de la historia de los faraones. Lo digo porque ha habido quien la ha acusado de faltar a la historia… ¿a la qué? Dioses de Egipto se nutre de todos y cada uno de los conceptos que alguna vez, todos hemos relacionado con la cultura egipcia, construcciones colosales, esclavos arrastrando ladrillos gigantes, escarabajos y escorpiones y por supuesto Isis, Osiris y Rá, están todos.
El objetivo, estaba claro desde el principio, es facilitar el máximo el acceso a la mayor cantidad de público posible, no sea que a uno lo sitúen en el año mil antes de Cristo y empiece a ponerse nervioso. O al menos, esa era la intención de los productores y del estudio cuando dieron el visto bueno al guion escrito a cuatro manos por Burk Sharpless y Matt Sazama, ambos, responsables de tan ilustres ejemplos de literatura fílmica como Drácula. La leyenda jamás contada, El último cazador de brujas y la nueva versión de los Power Rangers que está por venir. Nada bueno podía salir de aquí.
Tal vez la verdadera culpa de todo la tuviera su director, Alex Proyas, un cineasta que para muchos es un director de culto gracias fundamentalmente a dos películas, El cuervo y Dark City. Después hizo Yo, robot, que también está muy bien, aunque ya no era lo mismo. Muchos han querido ver en Dioses de Egipto la definitiva asunción de Proyas con Hollywood, pero me van a permitir que lo dude después de la experiencia que ha supuesto la película que nos ocupa.
Por alguna extraña razón la cinta fue sometida a un campaña de acoso y derribo que debió de pillar al mismísimo Proyas (por cierto, un director de origen egipcio) por sorpresa. De pronto la gente comenzó a echar pestes del tráiler, y los productores se asustaron. Tal vez no fue tan buena idea hacer una película sobre el antiguo Egipto con dioses que parecen salidos de la Marvel y con la mitad del presupuesto que se debería haber invertido en efectos especiales. Además, yo creo que esto lo sabía todo el mundo en esta película, ese guion necesitaba un repaso importante.
El resultado no es, desde luego para rasgarse las vestiduras. No es la peor película del año como se ha dicho por ahí, es simplemente una delirante, disparatada y por momentos estúpida pérdida de tiempo. Si uno sabe apreciar cuan delirante y absurda es la película, puede que se lo pase en grande; el resto es muy probable que abomine de su director para los restos.
Dioses de Egipto es un festín pagano con dioses que parecen superhéroes, visualmente abrumadora y conceptual y dramáticamente vacía. No hay donde rascar. La película tiene uno o dos apuntes interesantes (esa Tierra plana flotando en el espacio tiene su punto) pero el film de Proyas no pasa de ser un delirio pirotécnico que mira al cine clásico de aventuras con cierta nostalgia, pero que lo ha terminado emborronándolo a base de píxeles mal organizados.
A buen seguro, con el paso del tiempo, sabremos por qué a Dioses de Egipto le fue tan mal antes incluso, de llegar a los cines.
Hoy celebramos a...