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Una generación de padres que hace mucho más que cambiar pañales

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Philip Kosloski - publicado el 20/06/16
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O cómo los “millenials” lo están dando todo cuando se convierten en padres

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Son muchos los preocupados por la generación de millennials, a los que consideran “perezosos, soberbios, egoístas y frívolos”. Su forma de pensar diferente y poco tradicional no se ajusta a los patrones pasados.

Aunque, a veces, esta innovación puede acarrear problemas para los millennials, también es cierto que su línea de pensamiento ha preparado el terreno para una mayor participación de los padres de hoy en día en las vidas de sus hijos.

Según afirma Scott Coltrane, profesor de la Universidad de Oregón, “la participación de los hombres ha aumentado significativamente; es tres veces mayor de lo que era en la década de los 70”.

Esta mayor implicación de los padres contrasta con “el concepto de padre de la década de 1950, en la que era un miembro distante de la familia que suponía un aporte económico pero no emocional para los niños”.

Según este estereotipo de los 50, no era de esperar que los papás se encargaran mucho de los niños. La mujer era el “ama de casa”, responsable de todo lo relacionado con los niños desde su nacimiento hasta su emancipación a los 18 años.

Los padres se dejaban caer de vez en cuando para jugar a la pelota con el niño en el patio, pero luego volvían a la oficina para “ganar el pan” de la familia.

Durante las últimas décadas, esta imagen de los papás ha cambiado de forma drástica y se espera que los hombres participen de forma activa en su responsabilidad compartida como educadores.

Ahora sí se ve a los hombres cambiando pañales, llevando a los niños a jugar con sus amigos o haciendo trenzas en el pelo de sus hijas, por mencionar sólo algunos ejemplos.

Para empezar, con la década de los 70 fuimos testigos del método “parto asistido por el esposo”, en el que el marido ayuda a su mujer a lo largo del embarazo y desempeña un papel fundamental en el nacimiento del hijo.

Lo más que se acercaba un padre de los años 50 a la sala de partos era a la recepción de maternidad, donde celebraba el nacimiento de la criatura fumando un puro.

La importancia de este asunto está en que los niños reciben su imagen de Dios directamente de su relación con su padre.

David Dollahite, profesor de Vida Familiar en la Universidad Brigham Young, explica: “Un padre tiene una influencia muy poderosa, de una forma muy profunda y sutil. A pesar de que los niños saben razonar que Dios es justo, cariñoso, amable y paciente, les resulta difícil relacionarse con Dios a un nivel emocional profundo si su propio padre no tiene esas cualidades”.

Si el padre está ausente, el hijo o la hija, independientemente de cuánta formación religiosa reciba de su madre, tendrá una concepto de Dios como un ser ausente, frío y distante. Si el padre educa como el “legislador” de la casa, a golpe de normas y constantes castigos, los niños pensarán que Dios es un dictador arbitrario.

Por esta razón, según sostiene Dollahite, “los padres tienen que asegurarse de que todo el tiempo que dedican a sus hijos no sea para hablar sobre normas. Un papá tiene que ser amable, cariñoso, paciente y humilde para facilitar que los niños conecten con él como persona, no sólo como una figura autoritaria”.

Lo interesante de esta tendencia al alza en la implicación de los padres millenials es que es una tendencia más vintage que novedosa.

Según explica Coltrane, “si nos remontamos a la década de 1800 la función más importante del padre [era ser un guía moral], o si retrocedemos hasta la década de 1700, el padre era el principal instructor religioso, el educador moral más importante… Hoy en día vemos que los hombres aportan más de esa guía ética y moral, más que en los años 50, y probablemente se acercan más al estilo de la década de 1890”.

Esto es debido a que, antes de que la Revolución Industrial cambiara el mundo, la mayoría de los hombres eran granjeros y siempre andaban cerca de sus hijos. Más recientemente, los hombres han reiniciado el ciclo con su capacidad para trabajar en casa a través de internet, lo que les ha liberado del cautiverio de la oficina.

No obstante, aunque los padres millennials cada vez participan más en el hogar, no son perfectos. Según una encuesta en Estados Unidos, el 33% de los niños en el país (24,7 millones) viven sin la presencia de su padre biológico.

Desde luego, la situación es bastante mejorable, pero en general los padres de las últimas décadas están comenzando a entender la importancia vital que tienen en su papel como educadores de sus hijos.

Por último, la Iglesia y la sociedad están empezando a reconocer, por fin, la importancia de un padre activo. Y no nos referimos únicamente a un papá que sea capaz de cambiar los pañales sucios, sino, lo que es más importante, un papá que sea un ejemplo viviente del amor y la compasión de Dios.

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