La imagen de la basílica argentina de Flores fue destrozada
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La histórica basílica de San José de Flores, en Buenos Aires, sufrió un inesperado ataque.
El templo, distinguido por su historia y por ser reconocido por el mismo papa Francisco como aquel en el que descubrió su vocación al sacerdocio, amaneció el jueves con una sorpresa: la imagen de san José ubicada en la puerta del templo, a un lado de las escalinatas que llevan al ingreso central, fue extraída y destrozada.
Así también la vitrina de vidrio que la protegía. Sólo quedó la base de madera con la petición “San José, ruega por nosotros”.
No se trata de las históricas imágenes de san José que se resguardan en el interior del templo. Ni la que preside el Alta Mayor, ni la utilizada para las procesiones de san José, ambas del siglo XIX.
Es una que sirve para la oración y la piedad de los transeúntes, ubicada a un lado del atrio. En el otro extremo del atrio se encuentra una de la Virgen de Luján, resguardada por una vitrina al igual que la de san José.
La imagen ya fue repuesta por una muy similar, igualmente bella, aunque con el niño Jesús de pie abrazando al santo y no en brazos como la anterior.
Un templo con historia
La basílica de Flores posee una historia que la distingue entre los templos porteños. Es la parroquia de San José la que da inicio al barrio, emplazada en un terreno de Juan Diego Flores, a inicios del siglo XIX.
En su interior oraron próceres como Manuel Belgrano. A finales de ese siglo, el templo con doble campanario ya no aceptaba refacciones por lo que se decidió emprender en el mismo lugar un nuevo, el actual, inaugurado en 1883, con un campanario y estilo neogótico. Fue elevado a basílica menor en 1912.
La casa de la infancia de Jorge Bergoglio se encuentra en Membrillar 531, a poco más de seis cuadras de la basílica, ubicada frente a la Plaza de Flores, pulmón de uno de los barrios porteños más emblemáticos, y uno de los cinco más poblados de la capital argentina.
Otras agresiones
El caso reciente más resonante en la ciudad de Buenos Aires de agresiones similares a lugares sagrados tuvo lugar en 2013, cuando cinco jóvenes atacaron y dañaron severamente la histórica iglesia de San Ignacio, en San Telmo.
También se registraron durante los últimos años actos vandálicos similares en las ciudades de Mar del Plata, Bahía Blanca, y Olavarría.
Más frecuentes son los hurtos, con distintos grados de violencia física, tanto en Buenos Aires como en otras ciudades.
En 2014 hasta el cardenal Mario Poli, arzobispo de Buenos Aires, sufrió uno tras celebrar la misa en la iglesia de Nuestra Señora de Guadalupe.