Cada uno enriquece y complementa la dinámica
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El concepto es cada vez más relevante en un mundo globalizado e interconectado. El trabajo y el pensamiento colaborativo permite a las organizaciones integrarse eficazmente y valorar los aportes de cada miembro de la empresa. Una organización que estimula el trabajo colaborativo está más preparada para adaptarse rápidamente y responder a los desafíos del entorno.
En una reciente publicación se describen diversas actitudes que distinguen a una mente cooperativa: 1) Usa su influencia para conectar con los demás y no competir con ellos; 2) Lidera como un servidor; 3) Percibe las diferencias como una oportunidad y no como amenaza; 4) Plantea el paradigma en el que todos debemos ganar; 5) Promueve abiertamente las posibilidades de cambio sin buscar culpables de errores; 6) Fomenta el intercambio de ideas para crear valor; 7) Valora la interdependencia de los miembros. (Dwana Markova y Angie McCarthur).
Esta actitud vital de apertura y cooperación debe estar presente en la cultura organizacional y nutrir los diversos procesos formativos y sistemas de evaluación. Se debe recompensar a los miembros no solo por la consecución de logros personales, sino por el aporte en la consecución de metas comunes. Una de las competencias claves que debe ser estimulada es la capacidad de salir al encuentro de las necesidades de los demás. De esta forma se genera un clima de cooperación e integración en el equipo de trabajo, velando así por el bien común de la organización.
Es un reto lograr la alineación de objetivos entre los departamentos. En ocasiones los aportes de un grupo se oponen a los del resto, generando rivalidad o superposición de funciones en vez de sinergia y complementariedad.
El líder deberá identificar aquellas características personales y del grupo que pueden aportar a la visión común en aspectos tales como: visión de conjunto, capacidad analítica, creatividad, entre otras. De esta forma, cada uno enriquecerá y complementará la dinámica organizacional de forma análoga a una sinfonía en la que cada instrumento es necesario e insustituible.
Carlos Muñoz Gallardo
Artículo originalmente publicado por Centro de Estudios Católicos