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Del deseo de ser retuiteados, líbranos Señor

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Collette Power - publicado el 07/06/16
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La blogosfera puede ser un lugar de odio, y los católicos tenemos parte de responsabilidad

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El papa Benedicto XVI será recordado por haber contribuido de muchas maneras a la Iglesia, pero uno de sus dones más característicos es su capacidad para observar y analizar la cultura y los acontecimientos actuales, llegar a las raíces de la confusión, desvelar las señales de esperanza y mirar hacia el futuro con una perspicacia profética.

Con esta agudeza animó a mi generación a obrar como misioneros en un Nuevo Mundo, el “continente digital”.

Y yo respondí.

Mi primera participación en el nuevo medio fue en 2011. Aprendí a bloguear para la Jornada Mundial de la Juventud en Madrid y, un año más tarde, di el salto a Twitter.

Luego, se hizo viral un blog sobre el papa emérito, del que fui cofundadora y, desde entonces, he hecho incursiones por todos lados: Instagram, Periscope, YouTube, etc.

Con la experiencia del blog viral, aprendí el inmenso poder y la belleza de comunicar el Evangelio a miles de personas desde la comodidad del hogar.

Sólo con unos cuantos clics, puedes conectarte, dialogar, evangelizar, comunicar, compartir buenas prácticas y muchísimo más.

Me pregunto qué repercusión habrían tenido los ‘me gusta’ de san Pablo o santa Teresa en los medios sociales. ¡Oh, benditas posibilidades!

Pero, oh también, ¡bendita la responsabilidad que conlleva todo lo que publicamos, tuiteamos o comentamos!

Durante los últimos años, me he ido desencantando cada vez más con la forma como se ha desarrollado el panorama de los medios sociales católicos en Reino Unido y me pregunto qué perjuicios tiene este desarrollo para la unidad dentro de la Iglesia y para nuestro compromiso con la sociedad.

Mi descontento se hace eco de algo que dijo recientemente fray Thomas Rosica en el canal católico de la televisión canadiense Salt + Light TV: “Los católicos hemos convertido internet en una cloaca de odio, veneno y vitriolo, y todo en el nombre de la defensa de la fe”.

Un alto cargo de la Iglesia me habló el año pasado sobre la naturaleza de la blogosfera, analizando el espíritu que estimula varias de las plataformas sociales.

Destacó lo siguiente: si algo divide a la Iglesia y destroza a las personas en el proceso, entonces ¿cómo puede decirse que viene del Espíritu Santo? No viene de Él.

Me esfuerzo en someter a esta cultura que, de alguna forma, se ha filtrado en las comunicaciones católicas.

Después de un incidente especialmente feo del año pasado en relación a un joven sacerdote que recibió una buena tunda a través de internet, dos jóvenes blogueros se pusieron en contacto conmigo de forma independiente para preguntarme qué podíamos hacer para poner fin a esta división en nuestra Iglesia, puesto que una negatividad incesante es contraproducente para nuestra misión, ya de por sí en un entorno hostil, y no contribuye precisamente a servir de modelo de comunidad ni de comunión.

¿Son los medios sociales los mejores lugares para discutir exhaustivamente nuestros problemas y preocupaciones?

La pasada Marcha por la Vida en Birmingham, Reino Unido consiguió destacar el poder y la fuerza de las personas unidas para dar alegre testimonio. Esta unidad y esta alegría son vitales si queremos que nuestra labor en el continente digital tenga buenos frutos.

Mientras duró la Marcha, se fueron desarrollando dos historias diferentes en los medios sociales, sobre el aborto y la Iglesia católica en Reino Unido.

Una de las historias estaba relacionada con unas escandalosas posturas proelección por parte de unas figuras influyentes en la Iglesia de Inglaterra y Gales. La historia era sorprendente y divisiva por naturaleza.

Sin embargo, como medio de respuesta, ¿cuánto consiguió de verdad toda esa actitud hostil en Twitter, Facebook y los blogs?

¿Por qué no cambiar nuestras tácticas en el ámbito público y centrarnos en lo bueno?

Demos las gracias a Dios por la cantidad de religiosos que se manifestaron, por los obispos que fueron los suficientemente valientes como para ir o expresar su apoyo, por los sacerdotes que predican el Evangelio de la Vida, por los muchísimos jóvenes y personas de todas las edades que participaron en el evento.

Hagamos promoción de todo lo bueno, centrémonos con fuerza en el bien, para que pueda prosperar y crecer.

Mi propósito personal como misionera del continente digital es inundar los medios sociales de todo lo que es bueno, hermoso y cierto y animar a los demás a que me sigan.

Necesitamos la humildad de confiar que todo lo que supone oscuridad y error seguirá su propio curso sin que contribuyamos con nuestras (ciber) confrontaciones.

Como bien sabemos por nuestra fe, Su Verdad es eterna e inmutable y tiene más poder que cualquier cosa que podamos tuitear. Inundemos internet con Su Luz y Su Amor.

¡Del deseo de ser retuiteados, líbranos, Señor!

“Aquél que persiste en el camino del odio, del conflicto y del espíritu amargo, tiene una buena muestra del ambiente del infierno”.

 

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