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El mito de amarse a uno mismo en primer lugar

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Michael Rennier - publicado el 03/06/16
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¿Cómo encuentro mi felicidad? ¿Cómo puedo aprender a amarme?

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Recientemente, Oprah Winfrey conversó con el pastor Joel Osteen, autor de un libro sobre “el poder del ‘yo soy’”. Vi un tuit interesante de ese pastor otro día: “Tú no eres responsable de la felicidad de los demás; eres responsable de tu propia felicidad”.

¿Ves dónde está el problema?

Tardé un rato en darme cuenta, porque este parece ser un gran consejo. En verdad, parece tan grande que no faltan gurús de auto-ayuda que regularmente nos intentan convencer para que pensemos de esta forma.

El problema es que el consejo empieza y termina por “YO”. ¿Cómo encuentro mi felicidad? ¿Cómo puedo aprender a amarme? ¡Y aceptamos esa idea!

Un YO tan poderoso hace que la persona se centre en sí misma, se vuelva a su egoísmo.

Aunque pueda ser tentador –y más fácil– simplemente olvidar a los demás y aprender primero a amarse a uno mismo, este concepto está condenado al fracaso.

La maravilla del ser humano es que somos las únicas criaturas con capacidad de dar y recibir amor.

Estamos hechos a imagen de Dios y, si Él es amor, entonces somos más parecidos a Él cuando amamos. Si nuestro objetivo es la felicidad, vamos a encontrarla sólo viviendo de acuerdo a su forma.

En nuestra desesperación por seguir nuestros deseos en busca de la realización personal, nos perdemos. Cuanto más pensamos en nosotros mismos en primer lugar, menos felices somos.

Hay evidencia concreta, científica, de que las personas están hechas así. A lo largo de los últimos años, se ha investigado mucho sobre los niños en orfanatos.

Un estudio ahora famoso mostraba que los huérfanos menores de 5 años que no recibían cariño humano normal sufrían mucho por eso, a veces incluso morían.

“¿Cómo el simple hecho de estar en un orfanato podría matar a un bebé?”, preguntó Maia Szalavitz, neurocientífica que formó parte del estudio. “Básicamente, los bebés mueren por falta de amor. Cuando un niño cae por debajo del umbral del afecto físico necesario para estimular la producción de la hormona del crecimiento y del sistema inmunológico, el cuerpo empieza a desconectar”.

Por desgracia, también los niños que sobreviven a la neglicencia sufrirán por ello.

La buena noticia es que, si es acogido por una familia amorosa, aunque llegue tarde, tiene el poder de llenar las lagunas emocionales profundas dejadas por la falta de amor.

Los efectos extremos de una falta de amor llenan nuestros feeds de noticias con demasiada frecuencia. Hay muchas diferentes teorías sobre la causa subyacente de la violencia y de por qué los tiroteos parecen aumentar, pero un rasgo común es que los pistoleros fueron perjudicados en el pasado por la negligencia, padres ausentes, familias deshechas o aislamiento social. Muchos de los pistoleros quieren ser famosos.

Esos asesinos hacen sus propias elecciones y son responsables del mal que cometen, pero también debemos reconocer que, para ellos, esto es un grito de socorro, una manera de llamar la atención que les faltó y de sentir que merecen atención.

Buscan desesperados el contacto humano, pero dado que nunca aprendieron a amar, buscan remediar su soledad con la violencia.

Para ellos, ser temporalmente famoso y después morir es mejor que estar vivo y solo.

Los adictos a las drogas o el alcohol están en una situación muy diferente, pero también buscan compañía humana.

Recientemente, Johann Hari, un periodista británico que pasó años investigando sobre drogas y adicción, propuso una sorprendente teoría sobre lo que realmente causa dependencia. La respuesta no es exactamente la formación de una dependencia química.

En lugar de eso, escribe: “lo opuesto de la adicción no es la sobriedad. Es la conexión humana”. Vencer la adicción puede no ser cuestión de fuerza de voluntad o tratamiento médico”.

“Cuando los usuarios de drogas o alcohol son rodeados de amigos y familiares y se sienten amados, son mucho menos propensos a las adicciones o a tener recaídas si están en recuperación”.

La falta de amor puede, literalmente, destruir, pero, por otro lado, su presencia tiene el poder de restaurar la vida, como en el caso de un bebé prematuro que fue declarado muerto al nacer, pero cuando su madre y su padre lo abrazaron y lo amaron, volvió a la vida. Hoy está vivo y feliz.

El amor no es menos importante para nosotros en el día a día, a medida que navegamos nuestras propias vidas e intentamos encontrar la felicidad.

Sí, existen algunos matrimonios que son dolorosos y poco saludables; este tipo de unión hace que los daños necesiten tratarse a largo plazo.

Oímos hablar de matrimonios que terminan en divorcio, de que uno de los cónyuges necesita espacio, o que no se preocupa de las necesidades del otro. Cada vez se evita más tener hijos, porque son inconvenientes, un obstáculo para alcanzar los objetivos individuales, como carrera o viajes.

Y a pesar de ello, sabemos que simplemente por estar casadas, las personas viven más tiempo.

No estoy diciendo que no necesitemos tiempo para nosotros mismos. Yo tengo la tendencia a retirarme cuando estoy estresado o cansado, y es sano. Pero a veces me retiro porque es el camino más fácil. Lo más fácil no es siempre lo mejor.

No podemos darnos amor a nosotros mismos, porque el amor sólo es valioso cuando se da. Dar a mis seres queridos lo que necesitan, ellos me dan lo que necesito, y somos felices juntos.

Quien yo soy se refleja en las personas que amo. Ellas son mi identidad.

Para mí, el amor es muy simple. Es sólo recordar llamar a mi madre y preguntarle cómo fue el día, dejar que un amigo se desahogue cuando tiene un mal día, jugar a un juego de mesa con mi hija, o no mirar mi smartphone cuando estoy hablando con alguien para que sepa que estoy escuchando.

Es el compromiso sencillo de no quitarse de en medio, de estar presente de los demás y considerar sus necesidades, y no sólo las mías. No lo hago siempre bien, pero es importante intentarlo.

Así que, Oprah, respondo a tus preguntas:

“¿Qué tengo que hacer para llegar a donde tengo que estar?”. Deja de concentrarte tanto en lo que necesitas y empieza a ayudar a los demás a alcanzar sus objetivos. Yo probablemente también alcanzaría mis objetivos y el cambio valdría la pena.

Conseguir un nuevo empleo o una casa grande es algo bueno, pero no me dará felicidad si estoy solo.

“¿Cómo hago para crear la vida que quiero?”. Yo no puedo tener el tipo de vida que quiero sin los que amo. En vez de eso, ayudar a crear una vida feliz para ellos estando presente en su vida. Ellos lo notarán y te devolverán el favor. Creamos el tipo de vida que queremos juntos, no individualmente.

Avanzamos juntos. Estamos felices juntos. Los bebés olvidados en los orfanatos se recuperan cuando son colocados en una familia.

Aunque hayamos caído en la costumbre de pensar en nosotros mismos en primer lugar, nunca es demasiado tarde para cambiar y empezar a dar la virada y a amar.

Como el bebé que nació muerto, y al recibir amor volvió a la vida, también nosotros podemos hacerlo.


Michael Rennier vive en St. Louis, Missouri, con su esposa y cinco hijos. Es editor colaborador de
Dappled Things, una revista dedicada al arte y la literatura.

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