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CINE CLÁSICO X-Men: Cuando los superhéroes abandonaron la lycra

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Antonio Rentero - publicado el 22/05/16

La película supuso una nueva forma de entender este tipo de historias, allanando el camino a las actuales producciones Marvel

Amenazas creíbles, conflictos reconocibles, miedos humanos y personajes complejos. Nada de eso había sido frecuente antes del estreno de la primera entrega de las aventuras cinematográficas de los X-Men cuando los superhéroes llegaban al cine. En concreto en lo que se refiere a personajes de la casa Marvel realmente el cine solo había conocido un estreno en pantalla grande del episodio piloto de la serie televisiva “Spiderman” que de la pantalla pequeña dio el salto en formato cinematográfico en 1977. Y las décadas de diferencia y el tono representaban un abismo con respecto al resultado del encargo recibido por Bryan Singer de llevar al cine a uno de los grupos de superhéroes más populares de los cómics.

Pero si bien en estos últimos años (y esta misma semana, sin ir más lejos) el propio Singer ha tomado las riendas de una renovación endógena de la saga mutante, el camino estaba marcado desde unos años antes por una película en la que podemos cifrar realmente el rumbo que posteriormente ha tomado la adaptación al cine de los cómics Marvel (y sin duda ha influido también en las películas de la competencia en el campo de las viñetas, DC).

Hablamos de “Blade” (Stephen Norrington, 1998), primera gran adaptación al cine de un personaje de Marvel. Un personaje, por cierto, de segunda o incluso tercera fila pero que gracias a una atinada combinación creativa (incluyendo la magnífica elección del actor Wesley Snipes para encarnar al mediovampiro matavampiros) colocó de manera revolucionaria al superhéroe del noveno arte en el séptimo arte, fue una perfecta transición entre siglos por tono, lenguaje formal y hasta por la seriedad con la que la industria se ha tomado el género.

“Blade” es oscuro, violento, realista, adulto y especialmente viste de cuero. Se abandona la lycra de colores brillantes (si bien es cierto que el propio personaje en las viñetas es deudor estilístico de la “blaxploitation” de los 70 y no se separaba de sus gafas de sol y su chaqueta de cuero) y aunque no es nada discreto recorrer antros con abrigo de cuero del que en el medio de la espalda sobresale la empuñadura de una katana, lo cierto es que esa aparente nimiedad estilística es un pilar esencial para que a partir de ahí Bryan Singer pueda situar definitivamente el género cinematográfico superheroico en el S. XXI.

La primera entrega de los X-Men en el cine no pudo ser más exitosa, fue aclamada su valentía en la propuesta, su trama preocupada por establecer paralelismo entre la discriminación mutante y el miedo al diferente con la persecución nazi sobre los judíos… y todo ello con un excelente casting que ha marcado la pauta para posteriores entregas, personajes atractivos para el neófito y recibidos con cariño por los aficionados y un estilo característico que sin embargo tuvo una peculiar evolución.

Tras presentar personajes y conflictos esenciales hubo una segunda parte (“X-Men 2”, Bryan Singe, 2003) que ahondó en el rico universo planteado y una tercera (“X-Men: la decisión final”, Brett Ratner, 2006) que fue objeto de duras críticas a pesar de no ser realmente una mala película, pero su argumento se apartaba tanto de la línea trazada por la primera entrega que la franquicia mutante decidió continuar obviándola como si lo narrado en ella nunca hubiera sucedido.

De hecho “X-Men: primera generación” (Matthew Vaughn, 2011) apostó directamente por sumergirse en la década de los 60, en plena crisis de los misiles, para reiniciarlo todo, continuando las siguientes entregas a razón de una nueva aventura por década cronológicamente e incluso re-reiniciándose de nuevo diversas líneas temporales y posibles futuros con “X-Men: dias del futuro pasado” (2014) del propio Bryan Singer que parece así dispuesto a retomar las riendas de lo que él mismo inició.

De hecho si la primera “X-Men” estaba ambientada en la década de los 2000 y la acción del estreno de esta semana “X-Men: Apocalipsis” (Bryan Singer, 2016) transcurre en plenos años 80 podemos empezar a pronosticar lo que nos aguarda. Por el momento Singer tiene previsto estrenar “X-Men: Onslaught” en 2018 (suponemos que ambientada en la década de los 90) y siguiendo ese plan en 2020 habría una nueva entrega ambientada quizá en otro momento álgido de la Historia como fue el 11-S (por contraste especular con los eventos de “X-Men: primera generación” en torno a la crisis de los misiles en Cuba) y en torno a 2025 la cronología habrá llegado a atrapar el calendario.

Quizá sea ese el momento para requetereiniciar la franquicia mutante… si para entonces el género cinematográfico superheroico continúa teniendo un éxito similar al actual. Algo de lo que ya se ocuparán en los estudios de que así sea.

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