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“Los Soprano” 4ª Temporada: el nudo de la madeja

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Antonio Rentero - publicado el 20/05/16
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La historia se acerca al final

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En anteriores entregas de nuestro repaso a esta serie, casi unánimemente considerada la mejor de la historia de la televisión, conocimos los esfuerzos del principal protagonista y patriarca del clan por apartar a su sobrino Christopher de convertirse en lo que quizá al mismo Tony Soprano le hubiera gustado no llegar a ser.

Hasta ahora su propósito había dado resultado pero en esta cuarta temporada casi no tiene más remedio que verse obligado a permitirle vengar la muerte de su padre. Cabe recordar aquí que realmente Christopher Moltisanti no es sobrino de Tony, sino primo de su mujer Carmela, pero al ocupar una posición de figura paterna la relación entre Tony y Chris se estrechó con el tiempo hasta referirse mutuamente como tío y sobrino.

No será el único problema familiar puesto que Janice (hermana de Tony) continúa teniendo una relación más que tormentosa. Una más, recordemos que ya antes su convivencia con Richie Aprile terminó con éste criando malvas. Ahora es Ralph Cifaretto el objeto de sus atenciones… y sus secretos más íntimos terminará conociéndolos Tony. Mal final tendrá cuando decida quemar el establo en el que está el caballo favorito de Tony, pero al menos ese capítulo nos permitirá conocer con detalle cómo deshacerse del típico cadáver con el que no contabas tener que desembarazarte.

Carmela, la mujer de Tony, descubrirá que se siente atraída por Furio, otro de los primos de Tony quien ya desde su primera aparición al comienzo de la serie, mostraba evidentes síntomas de sentirse atraído por ella. Incapaz de manejar sus sentimientos, Furio regresará a Italia, provocando el enfado de Tony y en cierto modo rompiendo el corazón de Carmela, quien en el último episodio de la temporada desatará su ira contra su marido al descubrir una de sus infidelidades.

Por si todo esto no bastase, esta temporada será cuando Adriana, la novia de Chris, entre en contacto con una agente encubierta del FBI que trabará una íntima amistad con ella y que intentará aprovechar la situación para estrechar el cerco contra la organización criminal de Tony Soprano convirtiendo a la atribulada Adriana lenta pero inexorablemente en una chivata. No serán pequeños los problemas en esta relación puesto que empeorarán los problema de Chris con las drogas, al tiempo que Adriana intenta que éste le pida matrimonio.

Como hemos podido comprobar, el complejo tejido de relaciones, intereses, miedos, inseguridades, rencillas, amores… está en su punto más complejo y a partir de ahora las situaciones van dirigidas a desenlaces que se nos antojan dolorosos. El espectador intuye que la cuesta abajo ha comenzado y el mayor problema es que a estas alturas ya somos conscientes de que estamos en el mejor momento de la mejor serie de televisión (si no de toda la historia de la pequeña pantalla, sí de parte de ella) y que el día de la despedida se aproxima inexorablemente. Con lo bien que nos lo estamos pasando.

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