Parapléjico celebra día de su hospitalización con conmovedora comunicación y un agradecimiento especial a Dios…
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José padece una enfermedad degenerativa que lo ha postrado en una cama por más de 20 años. Sin embargo, habla de dos milagros en su vida: encontrar a Jesús y haber recibido la bendición personal del papa Francisco.
De ese encuentro, resulta un tercer “milagro humanitario”: recibir la ayuda concreta de un médico que se apiadó de su caso viendo el gesto del Pontífice en la televisión.
“En estos cuatro años en la clínica, he recibido muchas señales. El milagro más grande es haber conocido al Señor Jesús y experimentar su amor”, se lee en la comunicación del hombre parapléjico que celebró el 9 de mayo de 2016 la fecha de su hospitalización en la Casa de la Divina Providencia san Riccardo Pampuri, en Asunción (Paraguay).
El testimonio de José ha sido difundido por el sacerdote Aldo Trento, misionero italiano en Paraguay, testigo del encuentro y anfitrión del fuera de programa del Pontífice en Asunción (Paraguay) cuando visitó la Fraternidad de San Carlo Borromeo en julio de 2015.
José es uno de los huéspedes del hospital para enfermos terminales Casa de la Divina Providencia, donde las personas enfermas, pobres y desahuciadas se reconcilian con la vida a pesar de su sufrimiento.
“Tres años después de mi llegada, recibí otra bendición, a un mes sólo de mi 46 cumpleaños. Fue un milagro conocer personalmente a Francisco cuando vino a visitar la clínica y recibir su bendición”, añadió.
El misionero Aldo Trento explicó que José sufre la inmovilidad de su cuerpo desde los 17 años, cuando comenzó a sentir el peso de los síntomas de una enfermedad conocida como espondilitis anquilosante, que es una forma de artritis que afecta las articulaciones de la columna vertebral.
El tercer “milagro”
“Tres días después de la visita del papa Francisco se presentó en la clínica un médico de apellido Paredes, médico reumatólogo, quien dijo que había visto en la televisión cuando el Papa me dio la bendición y ha visto mi estado de salud”.
“Así fue que el Dr. Paredes llegó a la clínica, me examinó y se esforzó para tratar mi enfermedad. Desde entonces estoy siguiendo el tratamiento y me siento mucho mejor”, dijo José en el mensaje audio transcrito por una voluntaria.
“Durante todos estos años ha sido asistido de la mejor manera posible. En la clínica se hacen cargo de mí, me alimentan, me lavan, cuidan de mi salud física y espiritual. Gracias al Padre Aldo me confieso, me reconozco pecador, como lo que soy, aunque a pesar de todo Dios me ama, me perdona y me llena de esperanza y alegría”.
José da gracias a Dios por todas las personas encontradas en su camino y por la esperanza de las curas recibidas.
“Agradezco a Dios todos los días. Gracias a padre Aldo y la hermana Sonia, los médicos y las doctoras, las enfermeras y los enfermeros, los cocineros, las señoras encargadas de la limpieza, el fisioterapeuta, la trabajadora social”.
Todos son importantes para José, que en su inmovilidad física encuentra apoyo y gratitud en “los voluntarios y las voluntarias, las centralistas y los miembros de mi familia”.
En especial a su familia dedica las últimas líneas de su agradecimiento por haberlo llevado un día de 9 de mayo de 2012 a la Casa de la Divina Providencia “donde –dice– encontré alivio a mi dolor y la paz en mi corazón. Infinitamente gracias”.