La historia del “Purgatorio de San Patricio”, una cueva ubicada en un pequeño islote –Station Island– en el Lago Derg –Lough Derg, en el irlandés original-, en Irlanda, tiene más de mil años de antigüedad. Si bien es cierto que el mapa más conocido del sitio data de 1666, el lugar ya figura en otros mapas más antiguos (del tardío siglo XV), y se han hallado testimonios escritos a propósito del mismo en textos del siglo XII.
Uno de los muchos relatos construidos alrededor de la vida del patrono de Irlanda cuenta que el santo, descorazonado ante la incredulidad de los pobladores del sitio, que pedían pruebas contundentes para poder creer en su predicación, pidió ayuda a Dios. Sus oraciones fueron escuchadas: Dios le mostraría a San Patricio una cueva que, de acuerdo a la tradición, mostraba a quien entrase los sufrimientos del Purgatorio, los tormentos del Infierno y las alegrías del Cielo.
En realidad no hay pruebas de que San Patricio haya visitado alguna vez la isla. Sí se sabe, sin embargo, que la fundación del monasterio de la isla (cuyos restos son visitados por los peregrinos) datan del siglo V. Lo más probable es que este monasterio haya sido fundado por San Dabheog, contemporáneo de Patricio. El monasterio pasó a estar bajo el cuidado de los Agustinos en el siglo XII, y ya entonces hospedaba peregrinos que acudían a visitar el Purgatorio de San Patricio.
El peregrinaje al Purgatorio de San Patricio es conocido por ser el más duro y riguroso de, muy probablemente, toda la cristiandad. Varias restricciones de edad y de estado de salud aplican: se debe ser mayor de 15 años, capaz de caminar y arrodillarse sin asistencia de nadie, y no sufrir de ningún tipo de dolencia estomacal –pues el ayuno es estricto y riguroso-, entre otras condiciones. El peregrinaje, que dura tres días, exige una dieta que sólo incluye avena, pan, agua, té y café. Además, el visitante debe llegar a la isla descalzo, y permanecer así durante toda su estancia, mientras visita las nueve estaciones que componen el peregrinaje, y completar la vigilia de la primera noche, sin dormir y de pie por más de 24 horas.
No en vano, se le conoce como el “iron man” de las peregrinaciones cristianas. Para más detalles a propósito de las regulaciones y posibles visitas, puede hacer clic aquí.