La oración personal para rezar durante una hora ante el Santísimo Sacramento, estando o no expuesto, consiste básicamente en esto: acompañar con el corazón al Señor en sus últimos momentos y buscar asimilar su amor puesto en ellos a nuestro favor.
Es lo que nos recuerda san Pablo: “Mas todos nosotros, que con el rostro descubierto reflejamos como en un espejo la gloria del Señor, nos vamos transformando en esa misma imagen cada vez más gloriosos…” (2 Cor 3, 18)
Qué rezar
Hay muchos devocionarios eucarísticos que se pueden utilizar en nuestras visitas. En ellos encontraremos textos valiosos, oraciones de santos, oraciones de la Iglesia, etcétera.
Las posibilidades son muy variadas y nos ayudarán a mantenernos enfocados y concentrados sin dispersar la mente.
El fiel también se puede hacer ayudar de algunas pías devociones que hará en silencio y con la postura que crea más conveniente sin que incomode a los demás fieles que hacen también su hora de adoración.
Lectio Divina
Es muy recomendable la Lectio Divina. Esta práctica muy antigua es orar con la Palabra de Dios.
Ahora bien, puede ocurrir que a veces los fieles se puedan sentir muy cansados o muy contrariados por lo que les ha tocado vivir en la vida o en el día, o que estén pasando por una prueba muy seria.
En esos casos no se hace nada y/o no se dice nada. Simplemente es suficiente identificarse con el Señor sufriente; sentarnos y descansar un rato en su presencia y compañía; ofrecer al Señor el dolor personal para permitir que su consuelo toque el corazón y lo llene de paz interior; y recibir su inspiración divina para encontrar luz en las difíciles circunstancias.
También se puede rezar con los salmos apropiados a la situación que se está viviendo.
Recomendaciones
1. Estar atentos. No propiciar distracciones: apagar teléfonos móviles, por ejemplo.
2. Recordar: no es una hora de lectura.
3. Estar alerta. Alternar posiciones: sentarse, arrodillarse, pararse con respeto. Se trata de no ponerse en situación cómoda de dormir.
Un sencillo esquema
Como se decía antes, no hay un "ritual" para ser vivido a nivel personal; aun así a manera de propuesta, el fiel puede tener en cuenta el siguiente esquema:
1. El fiel se persigna.
2. Oración de preparación (espontánea o propuesta).
3. Lectura espiritual (de libre elección) y meditación. Lectio divina.
4. El santo rosario y/o viacrucis y/o liturgia de las horas.
5. Oración personal. Privilegiar este momento.
6. Comunión eucarística espiritual (a través de una oración personal o propuesta).
7. Estación ante el Santísimo.
8. Alabanzas de desagravio.
9. Oración final (puede ser personal o propuesta).
10. El fiel se santigua.
Oración de preparación
Oh Dulcísimo Jesús, que escondido bajo los velos eucarísticos, escuchas piadoso nuestras súplicas humildes, para presentarlas al trono del Altísimo, acoge ahora los anhelos ardientes de nuestros corazones. Ilumina nuestras inteligencias, reafirma nuestras voluntades, revitaliza nuestra constancia y enciende en nuestros corazones la llama de un santo entusiasmo, para que, superando nuestra pequeñez y venciendo toda dificultad, sepamos ofrecerte un homenaje no indigno de tu grandeza y majestad y adecuado a nuestras ansias y santos deseos. Amen. (Pío XII).
Comunión eucarística espiritual
Creo, Jesús mío, que estás realmente presente en el Santísimo Sacramento del Altar. Te amo sobre todas las cosas y deseo recibirte en mi alma. Pero como ahora no puedo hacerlo sacramentalmente, ven al menos espiritualmente a mi corazón. (Pausa en silencio para adoración).
Como si ya te hubiese recibido, te abrazo y me uno todo a Ti. No permitas, Señor, que jamás me separe de Ti. Amén. (San Alfonso María de Ligorio).
O bien:
Creo, Jesús mío, que eres el Hijo de Dios vivo, que has muerto en la cruz por mí, y estás ahora real y verdaderamente en el Santísimo Sacramento del Altar. Te pido perdón de todos mis pecados. Te amo sobre todas las cosas y deseo recibirte. Ven a mi corazón. Te abrazo. No Te apartes jamás de mí.
Estación al Santísimo Sacramento
Cinco Padrenuestros, Avemarías y Glorias (por las cinco llagas).
Alabanzas de desagravio
Bendito sea Dios.
Bendito sea su santo Nombre.
Bendito sea Jesucristo verdadero Dios y verdadero hombre.
Bendito sea el Nombre de Jesús.
Bendito sea su Sacratísimo Corazón.
Bendito sea Jesús en el Santísimo Sacramento del altar.
Bendito sea el Espíritu Santo paráclito.
Bendita sea María Santísima, la excelsa madre de Dios.
Bendita sea su santa e inmaculada concepción.
Bendita sea su gloriosa asunción a los cielos.
Bendito sea el nombre de María, Virgen y Madre.
Bendito sea san José, su castísimo Esposo.
Bendito sea Dios en sus ángeles y en sus santos.
Oración final
Tú eres el Cristo, Hijo de Dios vivo, Tú eres quien revela al Dios invisible, el primogénito de toda creatura, el fundamento de todas las cosas; Tú eres el maestro de la humanidad, Tú eres el Redentor; Tú naciste, moriste y resucitaste por nosotros; Tú eres el centro de la historia y del mundo; Tú eres aquel que nos conoce y nos ama; Tú eres el compañero y el amigo en nuestra vida; Tú eres el hombre del dolor y de la esperanza; Tú eres quien debe venir y el que ha de ser un día nuestro juez, y en quien nosotros esperamos nuestra felicidad. Amén. (Pablo VI).