El planteamiento de esta película, tercera en el cómputo de las aventuras del Capitán América y decimotercera del total de cintas bajo el MCU (Universo Cinematográfico Marvel) establece un punto de partida que nos es familiar desde hace largo tiempo pero que quizá haya influido más en nuestra vida cotidiana desde el 11-S: la dicotomía entre libertad y seguridad.
Encarnados estos dos bandos por el titular de la película y su hasta ahora amigo y compañero (a pesar de ciertas reticencias y antipatías mutuas) Tony Stark/Iron Man rápidamente se concitan en torno a ambas perspectivas el resto de superhéroes de la función. Todo a cuenta de la amenaza que suponen seres con grandes poderes sueltos a sus anchas por el mundo desfaciendo entuertos y salvando el planeta pero a cambio de los habituales y consabidos “daños colaterales”.
Que está muy bien salvar Nueva York de una invasión alienígena llegada a través de un portal interdimensional y los habitantes de la imaginaria nación de Sokovia pueden respirar aliviados pues se evitó el cataclismo que acabó con parte de su país convertido en una isla voladora cual la gulliveriana Laputa… pero en ambos casos los heridos se cuentan por centenares, los muertos por docenas y los daños materiales son esencialmente incalculables.
Controlar tal poder es una de las opciones y algunos de los personajes se pliegan a dicha necesidad sabedores de que más vale hacerlo por las buenas que esperar a que otros te controlen por las malas. Si cedemos un poco de libertad es por vuestra/nuestra seguridad.
Enfrente la postura es justo la contraria: dejarse poner el bozal y la correa supone dejar de actuar cuando se tiene el convencimiento de que hay que hacerlo o actuar cuando alguien te ordena que debes hacerlo. El mundo puede sentirse más seguro pero hay un administrador de dicha seguridad y las “herramientas” o las armas de esa paz pierden su libertad y su iniciativa.
El conflicto está servido y las repercusiones serán determinantes para unos cuantos personajes que en el cine parecería que llevan toda una vida con nosotros pero apenas llevan ocho años, los que han transcurrido desde el estreno de “Iron Man” (John Favreau, 2008), película que inicia el mencionado MCU especialmente con las menciones a SHIELD que se hacen en la misma y con la aparición tras los créditos finales (una costumbre que premia al espectador que ve hasta el final la interminable sucesión de nombres y profesiones) de Samuel L. Jackson encarnando a Nick Furia y hablando de la “iniciativa Vengadores”.
En cierto modo “Capitán América: Civil War” puede verse tanto como una película dentro del arco dramático de este personaje pero también como una tercera parte de “Los Vengadores” puesto que está íntimamente relacionada con los acontecimientos y personajes de “Vengadores: La era de Ultrón” (Joss Whedon, 2015). Pero en cualquier caso lo que sí resulta recomendable es asistir a la reflexión que de fondo plantea este título sobre el delicado equilibrio entre la libertad y la seguridad.
Pero no es justo hablar de esta película sin mencionar a la gran sorpresa: Spider-Man.
Gracias a un par de trailers ya hemos visto a nuestro Trepamuros favorito en medio de uno de los enfrentamientos más épicos del subgénero (dicho sea con afán clasificatorio, no peyorativo) superheróico y de los pocos que ha conseguido trasladar con inusitada eficacia la emoción de estos combates tal y como estamos acostumbrados a verlos en las viñetas. Y ahí será estimulante ver en acción a Spider-Man como adelanto además de lo que podemos encontrar en su próxima película en solitario.
Pero no es solo su habilidad y sentido del humor cuando entra en acción lo que hay que destacar.
Cuando Tony Stark le pregunta por su razón para vestirse con un pijama rojo y azul, ponerse una máscara y salir a la calle a salvar a sus vecinos, Peter Parker le responde que cuando se tienen las capacidades que él posee no puede no usarlas para hacer el bien a los demás. No es la canónica frase que el tío Ben le dejó como su más precioso legado pero el espíritu es el mismo y entronca con la conocida frase del escritor y pensador irlandés Edmund Burke: lo único que se necesita para que triunfe el mal es que los hombres buenos no hagan nada.
En “Capitán América: Civil War” hay un buen número de hombres y mujeres buenos que no se quedan precisamente cruzados de brazos. Ahora sólo queda definir qué es el bien y cómo propiciarlo, una cosita sencilla.
Hoy celebramos a...