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¿Se puede matar en defensa propia?

granice obrony koniecznej według Kościoła katolickiego
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Editora Cléofas - publicado el 27/04/16
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Un dilema moral especialmente para policías y miembros de los cuerpos de seguridad pero que puede tocar a cualquiera

Algunas personas me preguntan si matar a alguien para defenderse o para defender la vida de personas inocentes es pecado.

La Iglesia dice que, no habiendo otra salida, se puede matar al agresor injusto para defender la propia vida y la de otras personas inocentes.

Esto especialmente es válido para los que trabajan en la policía.

Evidentemente que todo esfuerzo debe ser hecho en el sentido de no matar, pero si no hubiera otra salida…

La Iglesia dice:

"Si los medios incruentos bastan para defender las vidas humanas contra el agresor y para proteger de él el orden público y la seguridad de las personas, en tal caso la autoridad se limitará a emplear sólo esos medios, porque ellos corresponden mejor a las condiciones concretas del bien común y son más conformes con la dignidad de la persona humana".

El Catecismo de la Iglesia dice:

"La legítima defensa de las personas y las sociedades no es una excepción a la prohibición de la muerte del inocente que constituye el homicidio voluntario". (§2263). 

"Ahora bien: del acto de la persona que se defiende a sí misma pueden seguirse dos efectos: uno, la conservación de la propia vida; y otro, la muerte del agresor… Tal acto, en lo que se refiere a la conservación de la propia vida, nada tiene de ilícito.." (Santo Tomás de Aquino,Summa theologiae, 2-2, q. 64, a. 7).

En este caso no se desea matar al agresor, sino defender la propia vida y la de inocentes. No hay intención maligna de matar.

La Iglesia también dice que:

"El amor a sí mismo constituye un principio fundamental de la moralidad. Es, por tanto, legítimo hacer respetar el propio derecho a la vida. El que defiende su vida no es culpable de homicidio, incluso cuando se ve obligado a asestar a su agresor un golpe mortal".

Lo que no se puede hacer es usar la violencia más de lo necesario.

"Y no es necesario para la salvación que se omita este acto de protección mesurada a fin de evitar matar al otro, pues es mayor la obligación que se tiene de velar por la propia vida que por la de otro".

El Catecismo dice:

"La legítima defensa puede ser no solamente un derecho, sino un deber grave, para el que es responsable de la vida de otro. La defensa del bien común exige colocar al agresor en la situación de no poder causar prejuicio. Por este motivo, los que tienen autoridad legítima tienen también el derecho de rechazar, incluso con el uso de las armas, a los agresores de la sociedad civil confiada a su responsabilidad".

Esto le deja claro a la Iglesia que los profesionales que trabajan por la seguridad de las personas deben defenderlas incluso haciendo uso de la violencia si fuera necesario para salvaguardar la vida de los inocentes.

Por lo tanto, hay que hacer de todo para no matar, incluso al agresor injusto.

Pero si no hubiera otra salida para defender la propia vida y la de las personas inocentes, la vida que se ha de sacrificar es la del agresor.

Esto es lo que la moral católica enseña como "mal menor". Sólo puede ser alegado cuando no se tiene otra alternativa para hacer el bien.

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