En la audiencia general, el Pontífice recuerda que Jesús no tiene miedo de ser tocado por los pecadores porque no los rechaza sino que los acoge
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El papa Francisco expresó su cercanía al pueblo de Ecuador por el terremoto que sacudió el país. Lo hizo durante la audiencia general de este miércoles 20 de abril en la plaza de San Pedro.
Además, pidió oraciones en “este momento de dolor” por las víctimas de esta calamidad natural que ha dejado alrededor de 246 muertos y 2.537 de heridos.
En línea con el tema del Año Santo, el Obispo de Roma prosiguió con la predicación sobre el tema de la misericordia.
Invitó a las personas a imitar a Jesús que no tenía miedo de estar cerca de los pecadores, de los que comenten errores, al contrario de aquellos que se creen mejores que los demás y juzgan las apariencias.
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“Mientras Jesús, invitado por Simón el fariseo, está sentado a la mesa, una mujer, considerada por todos pecadora, entra, se pone a sus pies, los baña con sus lágrimas y los seca con sus cabellos; luego los besa y los unge con el aceite perfumado que ha traído consigo”, sostuvo.
Una enseñanza para aplicar en el seno de las familias, de las sociedades. “La sinceridad de nuestro arrepentimiento suscita en Dios su perdón incondicional”, dijo después de la Lectura del Evangelio según San Lucas.
“Distinguir entre el pecado y el pecador”, exhortó Francisco al reiterar el mensaje del Evangelio.
Jesús “no rechaza a los pecadores, sino que los acoge: Jesús, el Santo de Dios, se deja tocar por ellos, sin miedo a ser contaminado, los perdona y los libera del aislamiento al que estaban condenados por el juicio despiadado de quienes se creían perfectos, abriéndoles un futuro”.
“El fariseo no concibe que Jesús se deje ‘contaminar’ por los pecadores. ¡Así pensaban ellos! Él piensa que si fuera de verdad un profeta debería reconocerlos y tenerlos alejados para no ser manchado, como si fueran leprosos”.
“Esta actitud es típica de un cierto modo de entender la religión y está motivada por el hecho de que Dios y el pecado se oponen radicalmente”, prosiguió el Papa.
“Pero, la Palabra de Dios nos enseña a distinguir entre el pecado y el pecador. Con el pecado no hay compromisos, mientras, los pecadores, es decir todos nosotros, somos como enfermos que son curados”, aseguró.
De esta manera, usó la imagen del médico que toca el enfermo que admite la necesidad de ser curado.
“Entre el fariseo y la mujer pecadora, Jesús prefiere esta última”, recordó.
“Jesús, libre de prejuicios que impiden expresar misericordia, el maestro, la deja actuar. Él, el Santo de Dios, se deja tocar por ella sin temer ser contaminado. Jesús es libre porque está cerca de Dios que es Padre misericordioso. Esta cercanía a Dios que es Padre misericordioso le da a Jesús la libertad”.
“Por el contrario, entrando en contacto con la pecadora, Jesús concluye esa condición de aislamiento”, explicó.
Jesús perdona a la mujer -“tus pecados son perdonados”- sin importarle el juicio “despiadado del fariseo y de sus conciudadanos… que la explotaban y la condenaban”.
“Por un lado, esa hipocresía de estos doctores de la Ley y por otro lado, la sinceridad, la humildad y la fe de la mujer”, constató.
“Todos somos pecadores, y tantas veces caemos en la tentación de la hipocresía de creerse mejor que los demás”, afirmó el Papa.
El Papa invitó a mirar cada uno sus propios pecados. “Todos miremos nuestros propios pecados, nuestras caídas, nuestros errores y miremos al Señor”.
Al mismo tiempo, indicó la línea de la salvación del pecador que mira hacia Dios: “Si yo me siento justo, esta relación de salvación no llegará”.
Igualmente, se refirió a la sorpresa de los invitados que compartían la mesa con Jesús, el fariseo y la mujer pecadora.
“¿Quien es este, que perdona también los pecados? Pero la conversión de la pecadora es evidente ante los ojos de todos. Y demuestra que en Él resplandece el poder de la misericordia de Dios, capaz de transformar el corazón”.
“La mujer pecadora -prosiguió- nos enseña el vínculo entre amor, fe y reconocimiento. Le fueron perdonados muchos pecados y ¡por eso ama mucho!”.
“En cambio, aquel al que se le perdona poco; ama poco”, indicó. Por ello, expresó que la misericordia es un misterio de Dios.
Por último, saludó cordialmente a los peregrinos de lengua española, en particular a los grupos provenientes de España y América latina.
“Queridos hermanos, en Cristo, que perdona los pecados, brilla en él la fuerza de la misericordia de Dios, capaz de transformar los corazones. Abrámonos al amor del Señor, y dejémonos renovar por Él”.
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Ucrania
Por otro lado, el papa Francisco también recordó el 30 aniversario de la catástrofe de Chernóbil. Lo hizo durante su saludo a los peregrinos de Ucrania y de Bielorrusia, presentes en la plaza de San Pedro.
Asimismo, renovó sus oraciones por las víctimas y por los que ayudando murieron o aún sufren a causa del desastre nuclear.
El Pontífice pidió oraciones para que termine la guerra en Ucrania y volvió a animar a toda las Iglesias en Europa a unirse en la recolección de dinero para ayudar a las víctimas del conflicto.