Es casi un subgénero en sí mismo (dicho con afán clasificatorio, no con ánimo peyorativo) el de las películas que entremezclan la intriga y la investigación judicial o policial no resuelta en el pasado con las “asignaturas pendientes” que los personajes mantienen desde ese u otro pasado. En ocasiones la redención se alcanza al solucionar una de esas cuentas aún por saldar.
En el caso de “El secreto de una obsesión” partimos de un importante reto, el que supone estar a la altura de una obra maestra como es el film original del argentino Juan José Campanella, que en 2009 logró componer un complejo relato que mezclaba intriga judicial, crítica política y drama personal aderezándolo con toques de romance y humor, en concreto un humor cínico y negro por parte de uno de los protagonistas de cariñoso recuerdo para todos los espectadores de aquel trabajo.
Conviene aclarar que en Estados Unidos de América no existe la costumbre de doblar películas habladas en otra lengua y dado que los subtítulos no gozan de gran popularidad entre los espectadores hace décadas que se opta por una solución tan discutible como práctica y rentable: se adquieren los derechos para rodar una versión en inglés con actores que usan esa lengua de forma nativa.
En el fondo supone volver a los inicios del cine sonoro, cuando en los mismos decorados en que, por ejemplo, Tod Browning rodaba por las mañanas su “Drácula” de 1931 a mayor gloria de Bela Lugosi, por la tarde era George Melford quien rodaba esa misma película pero en versión hablada en español en la que el conde transilvano se encarnaba en el actor Carlos Villarías.
Hay un humorista televisivo que tiene un gag recurrente en el que expone una serie de circunstancias y ante quien pudiera ofrecerle una alternativa exclama “no me lo mejores, pero ¡igualamelo!” y en estos casos de remakes tan utilitarios (han pasado sólo 7 años desde el estreno de la original) tal vez sería conveniente ser algo más exigente con el resultado de la nueva versión.
Porque en este caso quien no haya visto la obra original seguramente saldrá muy satisfecho de ver cómo los excelentes intérpretes de está versión dan vida a dos investigadores del FBI y una supervisora de la oficina del Fiscal del Distrito afrontan el ser apartados de una investigación cuando aparece asesinada la hija de uno de ellos. Quedarán atrapados ante la profunda marca que deja en ellos el hecho de forma que entenderán que trece años después, cuando aparece una pista que pueda ayudar a resolver el caso, la obsesión a la que alude el título siga manteniéndolos apresados y haya ensombrecido para siempre sus vidas, que sólo ahora parecerán atisbar una leve posibilidad de redención.
Y quizá el espectador se dé cuenta, siendo exigentes, que el conjunto funciona pero quizá no llegue a alcanzar la perfección. Qué se le va a hacer, nadie es perfecto. Pero en ese caso, y tras haber disfrutado de una muy buena película que nos dejará a su conclusión seriamente impresionados, aún tendremos una alegría que poder disfrutar: la de poder ver el original “El secreto de sus ojos” para asistir a la perfección que este encomiable reflejo no ha sido del todo capaz de alcanzar.
Hoy celebramos a...