La tradición cuenta que el conde Ghisallo estaba siendo perseguido por unos bandidos y que, viendo a lo lejos una aparición de la Virgen María en una pequeña capilla, corrió al lugar y milagrosamente se salvó de ser asaltado.
Así, la Madonna del Ghisallo pasó a ser la patrona de los viajeros de la localidad.
Pero años más tarde, la colina de la Madonna del Ghisallo pasó a formar parte de la ruta del Giro di Lombardía, por lo que un sacerdote de la localidad, el padre Ermelindo Vigano, propuso que la aparición mariana del Ghisallo fuese declarada Patrona de los Ciclistas.
El papa Pío XII no pudo menos que aprobar la petición.