Si tuviste que dejar tu tierra, la palabra de Dios te dará fuerzas para soportar el peso del camino
Salir de tu país y vivir fuera de tu tierra es una experiencia que puede resultar difícil pero también un reto lleno de posibilidades. Muchos han encontrado ayuda en Dios, tal y como muestra la Biblia.
Sal de tu tierra
Abandonar las raíces más profundas,
renovar la identidad en la inseguridad,
caminar incierto hacia la certeza,
contar estrellas con frío y humildad,
avanzar lentamente con la misma fe.
Confiar en el escudo del silencio de Dios,
encontrar la plenitud en su amistad,
contar estrellas con fuego y verdad,
sacrificar lo más tierno y querido,
recibirlo nuevamente en fidelidad,
escuchar el eco de ese “Sal de tu tierra”…
Contar estrellas con lágrimas y generosidad,
sal de tu tierra, hazte peregrino del Amor,
sigue a tu padre Abraham.
Sus huellas te guiarán hacia las estrellas.
Cuéntalas si puedes y al final ya llegarás
a la tierra prometida de Jesús,
tu cielo hecho promesa de fidelidad
Yahveh dijo a Abrán: «Sal de tu tierra, y de tu patria, y de la casa de tu padre, a la tierra que yo te mostraré. De ti haré una nación grande y te bendeciré. Engrandeceré tu nombre; y sé tú una bendición (Gn 12,1-2). Levanta la mirada al cielo y cuenta si puedes las estrellas. Así será tu descendencia” (Gn 15,5)
No temas Abrán, yo soy tu escudo (Gn 15,1)
Verdaderamente tú eres un Dios escondido (Is 45,15)
De mi vida errante llevas tú la cuenta, ¡recoge mis lágrimas en tu odre! (Salmo 56,9)
Peregrino voy por este mundo
Dejé mi tierra hace tiempo y voy buscando una meta,
lugar de mi sentido y de mi descanso.
Como peregrino pasos doy confiando en el camino,
mas sé que el camino es la huella del que me llama.
Me canso, sí, de tanto andar y no encontrar sentido.
Muchas veces pienso en el regreso a mi lugar de origen.
Vivir sin salir de sí es más fácil y menos peligroso.
Sentirse seguro en el yo enorgullecido…
Necesito un signo que venza mis dudas,
una señal que me haga volar sin preguntar,
mi camino marcar para no dar marcha atrás,
compartir conmigo un poco de pan y una amistad.
Sal de tu cielo si es que vives allá a lo lejos.
Mi soledad me pesa y me enloquece cada día.
Adelante quiero ir pero ya no sé ser peregrino.
Busco al que me llama y me deja siempre herido.
Tengo sed de ti y de tu destino.
Háblame tú que me llamas peregrino,
pon tu tienda divina junto a la mía.
Necesito un hermano para contar estrellas
y soportar el peso del camino.
(Del libro Jesús a mi alma. Autor: P. Guillermo Serra, L.C.)
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Artículo originalmente publicado por padreguillermoserralc.blogspot.it