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Meru, Odisea en el Himalaya: pasión por lo imposible

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Marcelo López Cambronero - publicado el 16/02/16
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Uno de los mejores documentales sobre escalada de montañas de la historia

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Es asombroso ver la pasión refulgir en los ojos de un ser humano. Allí se adivina su espíritu brillando como una estrella, pugnando por arrastrar el cuerpo hasta el objeto del ardiente deseo. La pasión agita la vida, la llena de entrega, sacrificio, esfuerzo, convierte la rutina en un concierto de rock, y, también, la condensa y limita.

Entre mil elementos que se ofrecen a nuestra mirada la pasión se fija en uno y lo convierte en objetivo absoluto, y así la vida se hace más pequeña y más concreta, más accesible y limitada. Si ya no somos nómadas persiguiendo fuentes de comida, ahora pretendemos un sentido que nos sirva como ancla, que nos asegure al suelo aunque sea sólo por un tiempo, aunque sepamos que no nos libera completamente de la fugacidad de la existencia.

La pasión se apresura a poner uno tras otro los adoquines que marcarán el camino hacia un destino preciso, uno entre muchos posibles, pero uno que a partir de ahora lo vale todo, porque ha quedado enlazado a nuestras entrañas por los sutiles pero tenaces lazos del anhelo incontrolable. El capricho se torna vocación irrenunciable y la potencia de nuestros sentimientos desborda a la razón y la somete.

En el año 2008 tres apasionados escaladores, Conrad Anker, Jimmy Chin y Renan Ozturk, intentaron alcanzar la “aleta del tiburón” del monte Meru (6.650 metros), en el Himalaya indio. El Meru tiene tres cumbres, y la “aleta” es la central,: una pared de 1.200 metros que se considera una de las ascensiones más difíciles que se puedan intentar, no sólo por su enorme longitud y dificultad técnica, sino también por las bajas temperaturas que alcanza. En aquella ocasión se quedaron a escasos 100 metros de la cima, pero veinte días a diez grados bajo cero, colgados de la pared y sin alimentos, fueron un freno insuperable.

Después todos los integrantes de aquella expedición, juntos o por separado, siguieron con sus aventuras, que en algunas ocasiones llevan el riesgo a límites que acarrean consecuencias. Ozturk tuvo un accidente esquiando en el que se hizo una herida profunda en el cráneo, alcanzando el hueso, y se fracturó dos vértebras. No se quedó postrado en silla de ruedas por apenas un centímetro. Chin fue barrido por una avalancha en el Everest y sobrevivió milagrosamente.

Anker, que es considerado uno de los mejores escaladores de todos los tiempos, fue arrastrado en el Shisha Pangma por otra avalancha junto a su mejor amigo, Alex Lowe. Consiguió salir de la nieve con varias costillas rotas y otras heridas importantes, y de inmediato se empeñó en salvar al resto de miembros de la expedición, sin éxito. También es conocido por encontrar en 1999 el cuerpo de George Mallory, perdido en el Everest desde 1955.

Está claro que no son hombres a los que detenga el miedo, ni las tragedias. El Meru es demasiado atractivo e imponente, y todavía en el 2011 nadie había conseguido alzarse hasta su corona central, la famosa “aleta”. Después de recuperarse de sus percances se apresuraron a intentarlo de nuevo.

Cuando nos acercamos a la historia del alpinismo no podemos evitar un guiño de incomprensión y de sorpresa. En el gran clásico Estrellas y borrascas: seis caras norte, el famoso guía alpino y explorador del Annapurna Gaston Rébuffat nos encoge el alma contándonos cómo las grandes torres del centro de Europa se cobraron una vida tras otra entre quienes quisieron superarlas. Cordadas que sufrieron accidentes horribles, que se despeñaron, que quedaron atrapadas en los filos rocosos hasta la congelación…, y lo expone con precisión y tranquilidad sabiendo que habla de las mismas rutas que él transitó poco después.

La historia del Meru es similar. Tiene una buena reputación por la gran cantidad de fracasos que atesora y, precisamente por eso, como cuenta Jimmy Chin, “te pone en las filas de la historia”. Pero todavía es más llamativo que estos tres aventureros avezados tuvieran las agallas de regresar después de rozar la muerte colgando de sus grietas tres años antes.

Meru: Odisea en el Himalaya cuenta el desarrollo de las dos ascensiones, la primera fallida y la segunda, en 2011, exitosa. Es bella, épica, llena de poder, de amistad, y con justicia se llevó el premio al Mejor Documental en el prestigioso festival de cine independiente de Sundance. Fuera de Estados Unidos, sin embargo, apenas fue proyectada en algunas salas.

En España se presentó en el Festival de San Sebastián del septiembre pasado, dejando al público hipnotizado y cosechando grandes aclamaciones. Ahora aparece en DVD, en Blu-Ray y en las plataformas de televisión on-line. Es una buena ocasión para ver uno de los mejores documentales de montaña de todos los tiempos rodado, literalmente, sobre el vacío.

 

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