Mensaje del Papa para la XXIV Jornada Mundial del Enfermo 2016, celebración especial en Tierra Santa, recuerdo del primer milagro de Jesús
Para ayudar a Aleteia a continuar su misión, haga una donación. De este modo, el futuro de Aleteia será también el suyo.
El papa Francisco piensa, da esperanza a los enfermos, a sus familias y a las personas que les asisten en el sufrimiento.
De hecho, este jueves 28 de enero escribió vía Twitter: “Como cristianos, no podemos cerrarnos en nosotros mismos, sino estar siempre abiertos a los demás, para los demás”.
[protected-iframe id=”1f8e3e7a73f91417ddc39921282d1938-95521297-93006586″ info=”//platform.twitter.com/widgets.js” class=”twitter-tweet”]
“Confiar en Jesús misericordioso como María: “Hagan lo que Él les diga” (Jn 2,5)” es lema del Mensaje del Papa para la XXIV Jornada Mundial del Enfermo (edición solemne) que se celebrará en Nazaret el próximo 11 de febrero 2016.
Precisamente, el Pontífice recordó que la jornada será celebrada de manera solemne en Tierra Santa, por ello ha planteado asimismo meditar sobre la narración evangélica de las bodas de Caná (Jn 2,1-11), en las que Jesús hizo su primer milagro gracias a la intervención de su Madre.
Mons. Zygmunt Zimowski, presidente del Pontificio Consejo para los Operadores Sanitarios para la Pastoral de la Salud y mons. Jean Marie Mate Musivi Mupendawata, secretario del dicasterio presentaron el mensaje hoy en una conferencia de prensa en la Sala de Prensa del Vaticano.
Una cruz para seguir al Maestro
Es un mensaje sobre el sufrimiento que será siempre un misterio, pero con la esperanza de que Jesús ayude a revelar su sentido. “Con la ayuda discreta a quien sufre, tal como en la enfermedad, se toma en los propios hombros la cruz de cada día y se sigue al Maestro (cfr Lc 9,23)”.
El hospital o cada estructura de sanación sea signo visible y lugar para promover la cultura del encuentro y de la paz, donde la experiencia de la enfermedad y del sufrimiento, así como también la ayuda profesional y fraterna, contribuyan a superar todo límite y toda división.
En el pensamiento del Papa están también los familiares de los pacientes, los enfermeros, los médicos y todos los que “los que están al servicio de los enfermos y de los que sufren”.
Así, les anima a que se dejen llevar por el espíritu de María, Madre de la Misericordia. “La dulzura de su mirada nos acompañe en este Año Santo, a fin de que todos podamos descubrir la alegría de la ternura de Dios» (ibid., 24) y llevarla impregnada en nuestros corazones y en nuestros gestos”.
Con su mensaje exhortó a confiar en “la intercesión de la Virgen” delante a “las ansias y las tribulaciones, junto con los gozos y las consolaciones”.
Sobre el tema elegido, Confiar en Jesús misericordioso como María indicó que se “inscribe muy bien en el marco del Jubileo extraordinario de la Misericordia”.
¿Por qué me ha sucedido justo a mí?
El mensaje precede a la misa central de la Jornada que tendrá lugar el 11 de febrero de 2016, “memoria litúrgica de la Beata Virgen María de Lourdes, precisamente en Nazaret, donde «la Palabra se hizo carne, y puso su Morada entre nosotros» (Jn 1,14)”, indicó el Papa.
A continuación indicó que la enfermedad, “especialmente aquella grave, pone siempre en crisis la existencia humana y trae consigo interrogantes que excavan en lo íntimo”.
El Pontífice se pone en el lugar del enfermo y su familia: “El primer momento a veces puede ser de rebelión: ¿Por qué me ha sucedido justo a mí? Se puede entrar en desesperación, pensar que todo está perdido y que ya nada tiene sentido….
En estas situaciones, por un lado la fe en Dios es puesta a la prueba, pero al mismo tiempo revela toda su potencialidad positiva”, agregó.
La fe no hace desaparecer la enfermedad, pero revela el sentido de lo vivido
En el mensaje aseguró que existe “el dolor, o los interrogantes que derivan” de la enfermedad, que ofrecen una “clave con la cual podemos descubrir el sentido más profundo de lo que estamos viviendo”.
Es decir, una “clave que nos ayuda a ver de que modo la enfermedad puede ser el camino para llegar a una cercanía más estrecha con Jesús, que camina a nuestro lado, cargando la Cruz. Y esta clave nos la proporciona su Madre, María, experta de este camino”.
La ternura de María en médicos, enfermeros y parientes
Así se cuestiona: ¿Qué enseñanza podemos obtener del misterio de las bodas de Caná para la Jornada Mundial del Enfermo?
“En el centro está Jesús misericordioso” y está María, “Madre previdente y orante”. Ella “intercede ante su Hijo por el bien de los esposos y de todos los invitados”.
“¡Cuánta esperanza en este acontecimiento para todos nosotros!” reiteró Francisco.
Al llegar a este punto, dirigió palabras de reconocimiento a los que obran como María “con esa misma ternura”, atendiendo al lado de los enfermos y “saben captar sus necesidades, aún las más imperceptibles, porque miran con ojos llenos de amor”.
Considerando casos concretos dijo: ¡Cuántas veces una madre a la cabecera de su hijo enfermo, o un hijo que se ocupa de su padre anciano, o un nieto que está cerca del abuelo o de la abuela, pone su invocación en las manos de la Virgen!
“Para nuestros seres queridos que sufren debido a la enfermedad pedimos en primer lugar la salud[…] Pero el amor animado por la fe hace que pidamos para ellos algo más grande que la salud física: pedimos una paz, una serenidad de la vida que parte del corazón y que es don de Dios, fruto del Espíritu Santo que el Padre no niega nunca a los que le piden con confianza”, escribió el Papa.
El Papa invitó a vivir la acogida del enfermo como un servicio. “¡Cómo es precioso y agradable a Dios ser servidores de los demás! Esto más que otras cosas nos hace semejantes a Jesús, el cual «no ha venido para ser servido sino a servir» (Mc 10,45)”.
Entretanto, sostuvo que en esta “Jornada Mundial del Enfermo podemos pedir a Jesús misericordioso, a través de la intercesión de María, Madre suya y nuestra, que conceda a todos nosotros esta disponibilidad al servicio de los necesitados, y concretamente de nuestros hermanos y de nuestras hermanas enfermas”.
El Papa en términos prácticos indicó que “a veces este servicio puede resultar fatigoso, pesado, pero estamos seguros que el Señor no dejará de transformar nuestro esfuerzo humano en algo divino. También nosotros podemos ser manos, brazos, corazones que ayudan a Dios a realizar sus prodigios, con frecuencia escondidos”.
“También nosotros, sanos o enfermos, podemos ofrecer nuestras fatigas y sufrimientos como el agua que llenó las tinajas en las bodas de Caná y fue transformada en el vino más bueno”, agregó.
Para leer el mensaje completo haz clic aquí.