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Venezuela: ¿Merece el país esta violencia asesina?

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Ramón Antonio Pérez - publicado el 27/01/16
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Impensable homenaje a un Pran (líder negativo de las cárceles) llena de estupor e impotencia

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¿Por qué la inmoralidad, la corrupción, el robo descarado, el narcotráfico y el asesinato sin sentido se recrudecen en Venezuela? ¿Acaso los venezolanos están pagando las consecuencias del pecado? ¿Es la consecuencia del alejamiento de Dios y de sus mandatos? ¿Es la eterna lucha del Bien contra el Mal? ¿Qué debe hacer un cristiano? ¿Cuál es el papel de las familias en esta dura realidad?

Son las primeras interrogantes que un creyente se plantea después de ver este lunes 25 de enero, el “impensable homenaje” que desde la cárcel de “San Antonio” en la Isla de Margarita, los reclusos le tributaron a su pran (líder negativo), Teófilo Rodríguez Cazorla, alias “El Conejo”, quien disfrutaba de la “libertad condicional”, y que el domingo pasado al salir de una discoteca fue ajusticiado por otros delincuentes.

Desde el techo del penal, los presos dispararon una y otra vez. Sus rostros fueron grabados por ellos mismos mientras exhibían fusiles de asalto AK-47, Steyr AUG, SIG SG-550, Heckler & Koch G3, pistolas Glock 9mm, con grandes cartuchos, sin pudor alguno.

Tal vez en la mente de muchos estaban los rostros de aquellos a quienes asesinaron y/o que se encuentran entre los más de 27.000 ciudadanos fallecidos como consecuencia de la “violencia asesina” que enlutó al país en 2015.

Desde el año 2000, son más de 300 mil personas asesinadas en Venezuela, un país que no está en guerra, y sin embargo, es el más violento del mundo con una tasa de homicidios que ronda las 79 muertes por cada 100 mil habitantes, y además tiene 12 millones de armas ilegales, según cifras del Observatorio Venezolano de la Violencia.

Los ciudadanos se preguntan: ¿Cómo llegan esas armas de alto calibre a la cárcel? ¿Por qué las autoridades militares, policiales y judiciales, que se supone, tienen el control de esas “Universidades del delito”, permiten este tipo de actos?

La gran preocupación: ¿gobiernan los pranes?

Una de las muchas respuestas podría estar en el siguiente hecho: Iris Varela, actual ministra para asuntos penitenciarios, hace pocos meses posó para una amigable fotografía, junto a “El Conejo”, en el cuarto de este en la cárcel, brindándole el reconocimiento; luego Cazorla saldría en “libertad condicional”.

Al respecto, varias organizaciones dedicadas a la defensa y promoción de los derechos humanos de los privados de libertad, piden a Nicolás Maduro la destitución inmediata de Varela.

Otras respuestas dirán que es consecuencia de la degradación moral, la descomposición social, y la falta de responsabilidad y ética de quienes tienen el poder y la autoridad necesaria e impedir que esto ocurra. Que es la realidad traslada desde la calle a la cárcel y viceversa, en una especie de círculo vicioso con responsabilidad de los funcionarios.

Pero se pueden explorar otras interrogantes: ¿Acaso las familias no tienen responsabilidad en este asunto? ¿No es acaso del seno de las familias de donde salen los educadores, religiosos, militares y médicos, pero también dan sus “primeros pininos” los delincuentes? ¿Todavía tenemos familias en Venezuela?

Si vemos los ataques a los que la célula fundamental de la sociedad es sometida, tal vez comprendamos algo más de la realidad que envuelve a Venezuela.

La delincuencia es una responsabilidad que concierne a todos: gobierno, funcionarios de seguridad y jueces; pero de manera especial y única, atañe a los padres de familia.

Allí, en el hogar, es donde se han debido hacer las primeras correcciones, adecuadas y a tiempo hacia los hijos, ya que los chicos, “naciendo buenos e inocentes”, con el tiempo también reciben insumos para su conducta en la calle.

Después de las primeras experiencias que no fueron corregidas, quedan dispuestos, para convertirse o no, en los implacables verdugos de la misma sociedad que los ha formado.

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