Mujeres al rescate, el instinto maternal protegerá a la humanidad… al menos en el cine
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El primer antecedente universalmente aceptado de heroína cinematográfica que desplazaba el habitual rol del héroe masculino fue sin duda la teniente Ellen Ripley en Alien (Ridley Scott, 1979), pero han tenido que pasar nada menos que tres décadas para que una nueva generación de jóvenes heroínas llegasen a la gran pantalla con vocación de ofrecer modelos a la Generación del Milenio, a la sucesora de la misma e incluso a las anteriores, puesto que en muchos casos las hijas a las que van dirigidas estas películas acudirán al cine acompañadas de sus madres, que no permanecerán ajenas al trasfondo de la historia que se muestra ante ellas.
Desde la Hermione de la saga de Harry Potter a la Bella de la saga Crepúsculo se produjo una transición casi natural por la edad de los personajes y de sus lectoras, pero se trataba aún de modelos integrados en una estructura de la que forman parte como un elemento más, son apenas complementos o coprotagonistas. Faltaba por llegar el siguiente paso al convertir de nuevo no a la mujer, sino a la joven pre o postadolescente, en el núcleo en torno al que gravita una serie de novelas adaptadas al cine en las que está en juego la supervivencia de la propia Humanidad.
Katniss Everdeen en Los juegos del hambre fue el primer ejemplo, de nuevo tanto literario como cinematográfico, de quien protagoniza una saga en la que se nos cuenta la evolución de superviviente a inspiradora y en última instancia esperanza última y en cierto modo salvadora de un mundo distópico y postapocalíptico. Similar es lo que sucede con la Beatrice Prior de la saga Divergente (también se trata de novelas adaptadas al cine) con otro futuro apocalíptico y distópico en el que la búsqueda de la propia identidad y la voluntad por escapar del encasillamiento de índole incluso moral permite alumbrar un futuro con libertad.
Así llegamos a La quinta ola (J Blakeson, 2016), también adaptación de una trilogía de novelas, que se estrena esta semana y que ofrece poca sorpresa en cuanto al patrón que repite los ya mencionados: la Tierra está siendo asolada por los ataques organizados en sucesivas olas (de ahí el título) que han ido “desbrozando” nuestro planeta para someterlo a su llegada.
En medio de la lucha por la supervivencia destaca la protagonista de la función, la adolescente Cassie Sullivan (interpretada por la excelente Chloe Grace Moretz), que trata de encontrar y proteger a su hermano pequeño mientras lucha por evitar sucumbir a la invasión junto a un pequeño grupo de supervivientes a los que terminará liderando, mientras por el camino conocerá a dos chicos por los que sentirá algo especial. ¿Les suena?
En efecto: esta película no la hemos visto antes aunque sí hemos visto otras muy similares en estructura y tema y aunque queda claro que aún veremos alguna más de este subgénero (dicho sea con afán clasificatorio, que no peyorativo) es justo anotar que La quinta ola entretiene al público eminentemente juvenil al que va dirigida, pero que se nota, si nos paramos a examinar con detalle el resultado, que tanto la novela como la película se han confeccionado quizá demasiado rápido, tratando sin duda de aprovechar el tirón de las sagas anteriormente citadas.
Es frecuente referirse a Jesucristo como nuestro salvador pero no es menos frecuente que en cada región haya una particular devoción por una determinada Virgen como advocación local a la que pedir ayuda, de la que demandar protección.
Esa vocación maternal que procede del sentimiento que se espera de una madre de defender por encima de todas las cosas a su prole es algo tan innato que incluso cuando en el cine el personaje fuerte es femenino, pero permanece alejado aparentemente de toda inspiración maternal (Lisbeth Salander en la trilogía Millenium o Imperator Furiosa en Mad max: furia en la carretera, dirigida por George Miller en 2015), vislumbramos en medio de tanta dureza un trasfondo de generosidad que busca una cierta protección y defensa del otro… y al final terminan siendo ellas las auténticas salvadoras.
Y es que madre no hay más que una, aunque su “hijo” no sea estrictamente biológico o aunque su maternidad esté aún por llegar.