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El Parlamento español, ¿una asamblea o un espectáculo?

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Salvador Aragonés - publicado el 18/01/16
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La nueva legislatura española: Política, ética y estéticaParece que la legislatura en las Cortes españolas, Congreso y Senado se ha iniciado, con la pata coja. No ha abundado la política, el pacto, el acuerdo, pero sí mucha estética. ¿Y la ética? Hablaremos después.

Tenemos un parlamento en el que han entrado abundantes diputados con una estética muy de su estilo de extrema izquierda, como los de Podemos. Han desaparecido de golpe corbatas, americanas, bolsos y carteras, y han sido sustituidos por camisas arremangadas, chupas y mochilas. Algún peinado ha dado paso a las rastras.

Hasta ahí nada de particular. Que vayan como quieran mientras vayan limpios, aseados y sin parásitos (“piojos”, dijo la vicepresidenta del Congreso español, Celia Villalobos).

La eliminación de la corbata ha sido lo más seguido por todos, incluso por diputados de derechas.

No voy a criticar a la diputada que dio el pecho y mantuvo a su niño de seis meses en brazos en la primera fila el día de su toma de posesión. Han sido las propias mujeres, diputadas y periodistas principalmente, las que han criticado –algunas con severidad— tal actitud.

En las cámaras de representación política se puede ir vestido de distintas maneras, pero dado que “el mundo nos mira” –y sobre todo los electores—habrá que vigilar en no caer en acciones de mal gusto, o dicho en castizo, en horteradas.

Pero como agere sequitur esse (el actuar sigue al ser), principio de ética aristotélica y recogida por el tomismo, este modo de comportarse tiene sus consecuencias.

No puede uno vestirse de cualquier manera y salir a la tribuna pública y parecer un “señor” (o señora). De ahí que las variopintas formas de promesas del cargo fueron lo que fueron: auténticas declaraciones de intenciones personales al aceptar el cargo.

Mire usted; después de una larga campaña electoral donde se ha dicho todo lo que el candidato quiere decir, donde se ha actuado y hasta sobreactuado en los medios de comunicación, no hace falta decir que uno quiere defender la república o la monarquía, la independencia de Catalunya o de Euskadi. Ya lo sabemos, tras un año lleno de elecciones en España.

Bien harían las Mesas del Congreso y del Senado en arbitrar una fórmula de promesa más acorde con la función de quien ha de ejercer el cargo y evitar así convertir a las Cortes en una asamblea bananera.

Ahí entramos en un punto delicado. Entre la estética y la ética no hay tanta distancia, siguiendo el principio latino antes anunciado, de que el actuar sigue al ser. Como dice el refranero: de tal palo tal astilla.

Nadie se podrá sorprender si de tales atuendos puedan salir aquellos modales. Y de aquellos modales, tales comportamientos. Y ya entramos en la ética.

Nos preguntamos ¿qué modelo de comportamientos, públicos y privados, nos ofrecen los nuevos diputados?

Está claro que los buenos comportamientos no los hace la corbata o la mochila. No. Tenemos que esperar qué nos deparan los nuevos legisladores. Por ejemplo, ¿quién está libre de corrupción?

La corrupción no la crean las ideologías, sino los comportamientos personales y, a veces, colectivos, y nadie está exento de estar tentado de corrupción y caer en ella. Hacen falta principios muy firmes y conductas muy sólidas para evitar caer en corruptelas, o en la misma corrupción.

El mismo papa Francisco considera a la corrupción como uno de los grandes males de las sociedades modernas, como uno de los grandes y abominables pecados, porque no solo afecta al corrupto, sino también a todo el pueblo, especialmente a los pobres a los que se les quitan ayudas sociales a causa de la corrupción y se los mantiene en la pobreza.

Me gustaría que el parlamento español diera lecciones de ética. Los diputados, cada uno de ellos. Viviríamos en una sociedad honesta, donde los altos valores de la convivencia y del entendimiento abundarían también en el modo de hacer política, pues, en democracia, política es la ciencia o el arte del entendimiento, del pacto, del acuerdo entre personas, grupos y pueblos.

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