¿Funciona mejor la economía cuando los sectores clave están controlados por cada vez menos empresas?Al consultar la información económica y al seguir los movimientos estratégicos de las grandes corporaciones en los mercados, es frecuente y recurrido el argumento de que ante el reto que impone un mundo cada vez más globalizado resulta necesario reforzar las grandes empresas de sectores estratégicos de un país para así competir con mayores garantías.
A veces se argumenta que la quiebra de una gran empresa al afrontar el amplio y gran mercado puede provocar destrucción de empleo y comprometer situaciones sociales e incluso fiscales en el país de residencia. De hecho, ésta es una de las bazas que suelen usarse como presión política para atraer el beneplácito de los gestores de lo público.
El argumento no se queda sólo en ese nivel. Da un salto cualitativo hacia la justificación de las megafusiones en sectores claves para el desarrollo económico. Ante la posible existencia de sinergias que permitan reducir los costes de producción al aumentar el tamaño de la empresa dos empresas juntas podrán ser más competitivas que por separado. Pero el caso es que no existe una clara evidencia de que las grandes fusiones en sectores clave hayan repercutido en reducciones significativas de coste repercutido en los precios de los servicios ofertados.
Entonces la pregunta relevante es si este tipo de grandes fusiones se constituye como respuesta óptima para alcanzar un mejor funcionamiento de la economía o como forma de aumentar los beneficios incluso a costa de la eficiencia de toda la economía. La teoría económica y el campo de la economía industrial arrojan un poco de luz a todo esto.
En una primera aproximación, la reducción de la competencia en un mercado implica un desequilibrio en el poder de negociación entre los agentes económicos. Una fusión facilita que la empresa disponga mayor capacidad para alterar los precios en el mercado. Esto contraviene una de las condiciones del primer teorema del bienestar para alcanzar eficiencia mediante los mercados: ningún agente económico puede tener capacidad de alterar los precios, éstos deben considerarse como dados por el propio mercado y no ser fijados por ninguna empresa. De hecho, la actuación económica de un monopolio consiste en reducir la producción por debajo de niveles eficientes para elevar los precios y así conseguir mayores beneficios. Esa reducción de la producción implica por lo tanto menor empleo y una mayor retribución del capital mediante reparto del beneficio en dividendos. Sin lugar a dudas implica un nivel subóptimo en favor de retribuir mejor a los propietarios de los monopolios
De hecho, la clave para que funcione mejor la economía no pasa por la fusión sino por las mejoras en la productividad de las empresas y hasta la fecha uno de los incentivos más importantes para aumentar la productividad ha sido fomentar la competencia en los mercados, no eliminarla.
Pero si el comercio internacional propicia la mejora de la productividad por la ventaja comparativa, tal como enunciaba David Ricardo hace doscientos años, y para participar en los mercados internacionales se precisa asumir un coste de entrada ¿quedarían justificadas las fusiones para mejor funcionamiento? En realidad tampoco, puesto que las actuales investigaciones de Mac Melitz, profesor en la Universidad de Harvard, demuestran que, en realidad, son las empresas con mayor productividad las que acceden a los mercados internacionales y no que el primer paso sea garantizar a cualquier precio el acceso a los mercados para que después genere mejoras en la productividad.
En consecuencia, todavía está por demostrar que las grandes fusiones en sectores clave vayan a mejorar la economía aunque sí queda sobradamente claro que quienes se benefician son los titulares de los monopolios incluso a costa de que la economía pierda eficiencia.