Sobre la gala de los Globos de Oro y el Balón de Oro en el futbol
Para ayudar a Aleteia a continuar su misión, haga una donación. De este modo, el futuro de Aleteia será también el suyo.
Dos acontecimientos han ocupado una gran atención de los medios de comunicación, prensa, radio, televisión y redes sociales. Se trata de la Gran Gala de los Globos de Oro celebrada en Los Ángeles y de la gran gala del Balón de Oro para galardonar ara los mejores futbolistas del año, en Zurich (Suiza).
Muy entretenido resulta la alfombra roja, el desfile de actrices que llevan modelos muy costosos de diseñadores famosísimos en todo el mundo, o de futbolistas famosos e ídolos en una grandísima parte del mundo, quienes dejando sus camisetas de deporte y sus pantalones cortos y lucen también trajes o conjuntos costosísimos y un tanto estereotipados. El espectáculo en uno y otro caso está servido. En realidad tanto unos como otros tienen por oficio crear espectáculo. Los fans piden ver a sus ídolos reales o de ficción vestidos de fiesta.
Cada gala de estas reúne a centenares de personas cuyo peso específico en dólares o euros es impresionante, y por eso también la seguridad pública de estas galas es altísima, tal como está el terrorismo actualmente.
Viendo las alfombras rojas y los lujos de los galardonados e invitados, aun reconociendo el espectáculo que todo ello significa y el número de seguidores que tiene, pensé: ¿es necesario tanto gasto, tanto lujo, tanta ostentación y derroche de dinero?
Europa que sufre el terrible drama de los inmigrantes; hay hambruna en Siria; decenas y decenas de millares de africanos quieren entrar en Europa todos los días; mejicanos y centroamericanos que quieren cruzar la frontera de Estados Unidos… Por eso choca que el mundo del espectáculo y el del fútbol hagan tanta ostentación de riqueza y poderío económico. Y pregunto: ¿no sería mejor hacer galas más modestas y paralelamente recaudar fondos para fundaciones u organizaciones con fines sociales?
Sorprende al ver las noticias televisivas cuando sitúan las lujosas galas al lado de dramas humanos que destacan por su carestía de comida, casa, refugio, etc., agravados en los casos de catástrofes naturales –ciclones, terremotos, lluvias torrenciales, sequías, etc.- o por guerras, persecuciones, regímenes totalitarios y demás. Muchos dicen: ¡unos tanto y otros tan poco! ¿No podría estar todo más repartido en nuestro mundo para hacerlo más humano?
A los espectadores de la televisión, a la prensa del corazón y a los medios deportivos, les encantan estas galas. Y es normal, porque el público las sigue con interés. Pero insistimos en la pregunta, ¿no se podría hacer lo mismo con menos lujos y sin tanto gasto?
A veces uno se echa las manos a la cabeza cuando oye hablar del “caché” (precio) de cada actriz o actor, o los millones en los fichajes de las estrellas del deporte, especialmente en el fútbol. La dinámica de tanto dinero la crean la publicidad, la lucha por la audiencia de los medios de comunicación, la voracidad de muchos clubes y/o productoras en favor de los ránquines para ser el que más gasta, el que más tiene, el que más…
Es cierto que muchas estrellas del espectáculo y del deporte financian fundaciones u organizaciones benéficas. Esto es bueno. Pero sería bueno también un esfuerzo en rebajar el exceso de dinero y de lujo del que artistas y deportistas exhiben en demasiadas ocasiones. Porque entonces el espectáculo del mundo es que pocos tienen mucho, muchísimo, y muchos tienen poco, muy poco. Y no solo pasa en el mundo del arte y del deporte, pero ahí es donde estos días hemos fijado la mirada… y también la conciencia.