A mediados de enero llegan sus reliquias a Ciudad Juárez. Venezuela fue la primera casa que fundó después de la India. El encuentro con Fidel en Cuba. 6 viajes a México
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El anuncio de la canonización de Madre Teresa de Calcuta, Gonxha Agnes Bojaxhiu (1910-1997), beatificada el 19 de octubre de 2003 con uno de los procesos más rápidos de la historia de la Iglesia, despertó grandes estusiasmos y expectativas, y muchos consideran que será el evento masivo más imponente de todo el Jubileo de la Misericordia.
A pesar de que la Iglesia ya celebra la memoria litúrgica de la futura santa el 5 de septiembre, aniversario de su nacimiento en el cielo, probablemente la canonización será un día antes, el 4 de septiembre de 2016. No solo porque es domingo sino para que coincida con el Jubileo de los operadores y voluntarios de la Misericordia, para los cuales la Madre Teresa constituye una referencia ideal y casi obligatoria.
Por una significativa coincidencia, la canonización se llevará a cabo el día que la Iglesia celebra a otro gran “santo social”, laico en este caso: el beato Giuseppe Toniolo (1845-1918), cuyo magisterio intelectual cruzó el océano hace ya más de un siglo contribuyendo despertar y animar el catolicismo social en muchos países de América Latina.
Precisamente en América Latina la devoción por la futura santa se encuentra especialmente difundida. La prueba es que el milagro que permite la canonización de Madre Teresa lo recibió un joven ingeniero brasileño de la diócesis de Santos. Actualmente tiene cuarenta y dos años y se curó sorpresivamente el 9 de diciembre de 2008 cuando se encontraba al borde de la muerte debido a múltiples abscesos cerebrales con hidrocefalia obstructiva.
La conclusión del consejo médico que analizó el caso, que se presentó el 10 de septiembre pasado, declaró por unanimidad que la desaparición de la enfermedad era científicamente inexplicable. El mismo veredicto emitió el 15 de diciembre la Congregación para la Causa de los Santos, dando via libre a la canonización.
Sin embargo, no es el único nexo que une a la futura santa con el continente latinoamericano. Las Misioneras de la Caridad (congregación religiosa fundada por ella y reconocida oficialmente por el arzobispo de Calcuta el 7 de octubre de 1950) actualmente están presentes en casi todos los países de América Central, caribeña y meridional, y después de la India, el primer país al que Madre Teresa envió sus religiosas fue Venezuela, poco después del reconocimiento pontificio de la nueva congregación (febrero de 1965). Hoy existen en el mundo más de 750 casas en 136 países.
Las visitas de la Madre Teresa a las distintas casas de su congregación en América Latina fueron innumerables. Especialmente significativa la que realizó a Cuba en julio de 1986, cuando visitó la casa de las Misioneras y tuvo también un encuentro con Fidel Castro, a quien le regaló una imagen de la Virgen de los Milagros.
En 1999, dos años después de su muerte, se inauguró en La Habana una estatua de bronce en el jardín que lleva su nombre, ubicado en el convento de San Francisco de Asís, que es un testimonio del afecto del pueblo cubano por Madre Teresa. Otro país latinoamericano con el cual la Madre tuvo una relación especial sin duda es México, donde la futura santa estuvo seis veces entre 1975 y 1992.
En el curso de estos viajes la Madre Teresa visitó cuatro veces la casa de Tijuana (Baja California), en el límite con Estados Unidos. Desde 1978 las Misioneras estaban en primera línea en la asistencia a miles de migrantes que ya en aquellos años trataban de cruzar la frontera.
En este momento una de las emergencias humanitarias que las hermanas de Madre Teresa atienden son cientos de mexicanos que diariamente deporta la policía fronteriza estadounidense porque intentaron cruzar ilegalmente, han cometido crímenes comunes o no tienen un permiso de trabajo. Estas personas se encuentran en una pobreza extrema, sin documentos y sin nigún tipo de asistencia, y acampan por lo general a orillas del rio Tijuana. Esta obra de las Misioneras de la Caridad resulta tanto más significativa en vistas del próximo viaje del Papa a México, ya que el problema de los migrantes es uno de los temas fundamentales del mismo.
Y hay una noticia relacionada con viaje del Papa a la que no se ha dado suficiente importancia. Mons. José Guadalupe Torres Campos, obispo de Ciudad Juárez (ciudad fronteriza marcada por el drama de los migrantes, donde concluirá la visita del Papa Francisco), pidió y obtuvo del Vaticano que trajeran las reliquias de la Madre Teresa a su diócesis, donde la futura santa varias veces había manifestado el deseo de ir “viva o muerta”.
En 2010, en ocasión del centenario de su nacimiento, una serie de reliquias y objetos pertenecientes a la religiosa se habían expuesto durante varios meses en Chihuahua. Las reliquias –que se espera lleguen a mediados de enero de 2016- permanecerán en Ciudad Juárez siete meses y muy probablemente serán expuestas para la veneración de los fieles en el espacio “La Rodadora”.
El 8 de julio pasado, durante el viaje que lo llevó primero a Ecuador y luego a Bolivia y Paraguay, Francisco visitó la casa de las Misioneras de la Caridad en el barrio pobre de Tumbaco, en la periferia de Quito, donde estuvo con los 70 ancianos, en su mayoría no autoválidos, que asisten las religiosas.
El próximo mes de febrero, cuando visite Ciudad Juárez, no es difícil que el Papa, en la medida en que se lo permita la agenda de compromisos ya previstos (sumamente densa), encuentre tiempo para venerar las reliquias de Madre Teresa. Sería un signo más, y muy claro, de cuánto desea el Papa proponer a la Santa de Calcuta como modelo para todos los cristianos en este Jubileo de la Misericordia, cuyos contenidos se transparentan con especial claridad en el apostolado de caridad que caracterizó toda su vida.
Vale la pena releer, a pocos días del Jubileo de las familias que se acaba de celebrar en el Vaticano, las palabras proféticas que la Madre Teresa pronunció el 13 de julio de 1982 en el aeropuerto internacional “La Aurora” de Guatemala. Acababa de aterrizar, en medio de la guerra civil que ensangrentó el país entre 1960 y 1996, para hacer una visita de tres días a sus hermanas (que llegaron a Guatemala cuando se produjo el terremoto del 4 de febrero de 1976): “Si hay paz en las familias, habrá paz en las ciudades y en el mundo entero”.
Paolo Valvo. Artículo originalmente publicado por Tierras de América