A escala mundial, la situación geopolítica actual se caracteriza por un marcado contraste entre, por un lado, los Estados Unidos y sus aliados oceánicos y, por otro lado, una alianza continental compuesta por China, Irán y Rusia. Buscando a toda costa prevenir la creación de un poder eurasiático que pusiera fin de inmediato a su liderazgo, los Estados Unidos hace tiempo que decidieron confiar en Turquía y el interior del país de habla turca, con el fin de reducir la probabilidad de aparición de un nuevo Imperio Mongol.
Sin embargo, esta alianza no impide hoy a Turquía dar buena cuenta del realismo en materia de política exterior. Su objetivo es, por supuesto, para conseguir el liderazgo regional en el Medio Oriente adelantando a sus competidores: Irán y Arabia Saudí.
Tres caminos posibles para el Estado turco
Para cumplir su objetivo, el país se debate entre tres direcciones. La primera opción para Turquía consiste en volver la cara hacia la enorme sección oriental de su país, de habla turca. No olvidemos que la Turquía a la que nos solemos referir es básicamente el extremo occidental de un inmenso territorio de lengua y de cultura turcas, a un paso de la frontera con China.
La segunda opción consiste en unir al mundo árabe en torno a un nuevo Imperio Otomano. En este sentido, Turquía ha experimentado algunos reveses. Por no hablar del apoyo directo al Estado Islámico y a los yihadistas de Siria, Turquía sirve desde 2011 de plataforma logística para todo el tráfico y desplazamiento de armas, dinero y reclutas que han permitido fortalecerse primero al Frente al-Nusra y luego a Daesh. La gran mayoría de los combatientes islamistas procedentes de París, Londres y Bruselas han transitado a través de Turquía con la indiferencia benévola de las autoridades turcas.
La tercera opción para Turquía es la de exigir su entrada en la Unión Europea con el propósito de beneficiarse de las ventajas de un gran mercado abierto.
El chantaje migratorio de Turquía
En sus negociaciones con la UE, Turquía no dudará en ejercer el chantaje de la migración. Así, las fronteras turcas han estado abiertas para los migrantes que se dirigían a Europa, como represalia a la no intervención occidental contra Bachar el-Assad. La presión migratoria contra Alemania es tan fuerte que ésta última se ve obligada a financiar hoy día el cierre de la frontera con Turquía, mientras que se renuevan las negociaciones sobre la adhesión de Turquía a la Unión Europea. Si, algún día, las negociaciones tuvieran éxito, Europa tal como la conocemos hoy dejaría de existir.
Recientemente Amnistía Internacional ha acusado a Turquía de estar devolviendo refugiados a zonas en guerra, violando así los derechos humanos, además de otras irregularidades. El gobierno turco lo niega.