Las recientes elecciones en Argentina y Venezuela muestran el desgaste de un discurso de izquierda que impulsó en América Latina la revolución cubana
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Las elecciones legislativas para renovar la Asamblea Nacional de Venezuela del pasado domingo 6 de diciembre podrían significar el principio del fin de una larga cadena de regímenes políticos alineados, así sea retóricamente, al modelo cubano impuesto por el octogenario líder moral de la revolución cubana, Fidel Castro Ruz.
No obstante el actual mandatario de Cuba, Raúl Castro Ruz, haya respaldado al gobierno de Nicolás Maduro y haya dicho que perdió las legislativas en “una extraordinaria batalla electoral”, lo cierto es que los días de esplendor de Hugo Chávez están hoy más lejos que nunca en Venezuela; aquellos días en que Chávez visitaba a Fidel una semana sí y otra también, y financiaba partidos y políticos afines con el precio del oro negro.
Pero hoy el oro negro, el petróleo, se encuentra tres veces por debajo del valor que llegó a alcanzar en el mandato de Chávez Frías (1999-2013), las colas para adquirir productos de primera necesidad en Venezuela son interminables y, según información de la oposición, Venezuela importa 95 por ciento de los productos que consume, lo cual hace inviable la operación política de Maduro, basada, sobre todo, en el control de la economía y la compra de voluntades, o de votos, según se vea.
Datos oficiales indican que de 132 dólares por barril de petróleo de los que gozaba Hugo Chávez en la primera década de este siglo, hoy la mezcla venezolana se cotiza en 34 dólares por barril. Y hay que recordar que Venezuela depende en 96 por ciento en sus divisas del petróleo. Chávez afianzó su liderazgo en su país y en la región con un barril de petróleo muy caro, e invirtió en obras sociales en las que hoy Maduro, simplemente, no puede seguir invirtiendo. Se acabó la fiesta.
Oposición podría acortar el mandato presidencial
En las legislativas del pasado domingo, en las que la coalición Mesa de la Unidad Democrática (MUD) logró al menos 99 escaños frente a 46 del chavismo, se tuvo un nuevo ingrediente: que los militares venezolanos se rehusaron a participar en la defensa de algún resultado que contradijera lo emitido por las urnas. En otras palabras, que no le dieron juego al fraude electoral.
Dado que quedan por definir 22 curules, la mayoría opositora a Maduro y a su segundo de a bordo, Diosdado Cabello, podría crecer al punto de que la oposición quedaría facultada para acortar el mandato del presidente y convocar elecciones anticipadas para poner fin a 16 años de chavismo y generar condiciones de crecimiento para una Venezuela postrada económica y socialmente hablando.
Aunque todavía en Bolivia, Ecuador o Nicaragua existen gobierno fuertes y afines a los que Chávez Frías bautizo como la “revolución bolivariana”, lo cierto es que la reciente derrota de Cristina Fernández de Kirchner por la centro derecha de Mauricio Macri –con la que se puso punto final a 12 años de gobierno de Néstor y Cristina Kirchner– y el inminente juicio político en Brasil de la presidenta Dilma Rousseff, muestran el desgaste de un discurso de izquierda que impulsó en América Latina la revolución cubana.