Secuestraron durante décadas el deporte más popular del mundo
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Nuevas denuncias y detenciones sacuden al mundo del fútbol y no dan respiro, en un 2015 que puso de manifiesto cómo el rodaje de la pelota es cortina para escandalosas maniobras de corrupción.
Esta semana, fueron detenidos durante la reunión del Comité Ejecutivo de la FIFA en Zurich los dos presidentes de las confederaciones de fútbol de América: el paraguayo Juan Ángel Napout, presidente de la Confederación Sudamericana de Fútbol (Conmebol), y el hondureño Alfredo Hawit Banegas, presidente interino de la Confederación de Norteamérica, Centroamérica y el Caribe de Fútbol (Concacaf).
Horas después de la detención, se dio a conocer una nueva acusación que involucra a otros 14 referentes del futbol latinoamericano. Se sospecha de millonarios sobornos en la facilitación de comercialización de los torneos, entre otros turbios negocios. La investigación está siendo llevada a cabo por el Departamento de Justicia de Estados Unidos, que en mayo ya acusó a 14 personas, nueve de ellas autoridades de la FIFA.
En total, hubo más de 25 imputados por este escándalo, varios de los cuales han admitido responsabilidades y para conmutar penas han ido revelando otros involucrados. “No contentos con secuestrar el deporte más popular del mundo por décadas, estos acusados trataron de institucionalizar su corrupción para asegurarse de que podían vivir de ella”, aseguró la fiscal general de Estados Unidos Loretta Lynch. Y más contundente aún fue para referirse a aquellos “culpables en las sombras”: “No van a escapar”.
El involucramiento de la justicia norteamericana en este escándalo de dimensiones mundiales tiene que ver con que algunas de las negociaciones tuvieron lugar en ese país, y con que algunos bancos de Wall Street habrían sido utilizados para blanquear los movimientos. Pero durante estos meses, al mismo tiempo, el comité de Ética de la FIFA actuó siguiendo otras investigaciones de la justicia suiza, y suspendió temporalmente al presidente del organismo, Josepp Blatter y al hasta entonces fuerte candidato a sucederlo Michel Platini.
Numerosas instituciones y empresas han puesto en duda la continuidad de su apoyo al fútbol hasta que no se termine de aclarar los alcances de la corrupción. Compañías que tradicionalmente han acompañado los torneos más importantes de la FIFA como Coca Cola, Mc Donald’s, VISA y Budweiser han exigido en los últimos meses la inmediata dimisión de Blatter. Adidas también ha exigido transparencia al organismo.
Se supone que la situación debiera comenzar a normalizarse el 26 de febrero, con la elección de las nuevas autoridades para la FIFA. A menos que ocurra algo tan escandaloso como lo que ocurrió en la Argentina durante la elección del nuevo presidente, el 3 de diciembre.
75 asambleístas representantes de clubes de todo el país debían votar entre Luis Segura, quien reemplazó de manera interina al mandamás durante más de 30 años Julio Grondona, y el animador televisivo y dirigente del fútbol Marcelo Tinelli. Pero a la hora de contar los votos, y aún con la fuerte presencia de fiscales para garantizar transparencia, había 76 votos. Por error o de manera voluntaria, alguien voto con dos boletas y permitió que el escrutinio final diera 38 votos para ambos postulantes. La votación no se pudo repetir ya que dos asambleístas ya se habían retirado, uno de ellos por haber recibido en su casa intimidantes amenazas vinculadas con su voto esa noche.
El 10 de diciembre comienza en Japón el Mundial de Clubes de la FIFA, que cautivará a cientos de millones de televidentes en todo el mundo. Por ahora el espectáculo del fútbol profesional continúa, mientras sus productores navegan a deriva en una tormenta aún de final incierto.