Nunca se aborda la cuestión fundamental: que no podemos continuar con este consumo desenfrenadoTras la celebración en París de la Cumbre Mundial sobre Medio Ambiente, en la que la principal preocupación ha sido el innegable calentamiento mundial, viene bien recordar algunas de las cosas (escojamos siete) que sobre ello explicó el Papa Francisco en su última encíclica eco-social, Laudato sí.
- Existen formas de contaminación que afectan cotidianamente a las personas: CO2 del transporte y la industria, acidificación del suelo y del agua, fertilizantes, insecticidas, fungicidas, controladores de malezas, agro-tóxicos, residuos no biodegradables domiciliarios y comerciales, clínicos, electrónicos, radioactivos, etc…
- La tierra, nuestra casa, parece convertirse cada vez más en un inmenso depósito de porquería. Muchas veces se toman medidas sólo cuando se han producido efectos irreversibles para la salud de las personas.
- Numerosos estudios científicos señalan que la mayor parte del calentamiento global de las últimas décadas se debe a la gran concentración de gases de efecto invernadero (anhídrido carbónico, metano, óxidos de nitrógeno y otros) emitidos sobre todo a causa de la actividad humana.
- Muchos de aquellos que tienen más recursos y poder económico o político parecen concentrarse sobre todo en enmascarar los problemas o en ocultar los síntomas que indican que esos efectos podrán ser cada vez peores si continuamos con los actuales modelos de producción y de consumo.
- El Papa señala dos peligros de desaparición: el de los pulmones del Planeta (Amazonia, cuenca fluvial del Congo, grandes acuíferos y lglaciares), por un lado, y los océanos y mares tropicales y subtropicales.
- Advierte del peligro de las propuestas con excusa ecológica de internacionalización del Amazonas que escoden otros intereses económicos de corporaciones transnacionales.
- Las actitudes que obstruyen los caminos de solución van de la negación del problema a la indiferencia, la resignación cómoda o la confianza ciega en las soluciones técnicas.
Conclusión: Cumbres como la de París, desgraciadamente, sirven para poco: no sólo porque la experiencia demuestre que no se cumplen las resoluciones tomadas, sino porque nadie plantea en estas cumbres un cambio de paradigma cultura: de una cultura del consumo desenfrenado y de la no discriminación de las potenciales ofertas del progreso tecnológico, a una cultura de la austeridad y de la primacía de los valores humanos y sociales.