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Iglesia joven: 23.000 personas en la NCYC de Indianápolis

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Jorge Graña - publicado el 25/11/15
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Cuando los jóvenes actúan como pastores para los mayores

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Cuando se escucha el nombre de Indianápolis, capital de Indiana en Estados Unidos, enseguida vienen a la mente las famosas carreras de automovilismo que allí tienen lugar. Las 500 millas de Indianápolis son un codiciado premio que los pilotos de Fórmula 1 sueñan con ganar y cuentan con una amplia cobertura periodística.

Pero la semana pasada la arquidiócesis de Indianápolis fue la anfitriona de la Conferencia Nacional de Jóvenes Católicos (NCYC por sus siglas en inglés) que se celebró en el Centro de Convenciones de Indiana y el estadio Lucas Oil del 19 al 21 de noviembre.

La prensa y en general los medios de comunicación seculares, apenas hicieron mención de este encuentro que concentra la mayor cantidad de jóvenes del país.

“Este evento nacional es el preludio de la experiencia a mayor escala del Día Mundial de la Juventud, que reúne a cientos de miles de jóvenes de todo el planeta para prepararlos a convertirse en discípulos misioneros (uno de los términos preferidos del papa Francisco) que encuentran a Cristo y lo comparten generosamente con el prójimo”, escribió el arzobispo Joseph William Tobin en su columna semanal en la cual invitaba a dar una calurosa bienvenida a las 23.000 personas que participaron en el evento.

La Conferencia Católica Nacional (NCYC) de jóvenes es una poderosa experiencia de oración, convivencia y educación que durante tres días comparten los jóvenes católicos de la edad de Secundaria Básica (High School), junto a los voluntarios, chaperones, catequistas, sacerdotes y obispos que acompañan los grupos que viajan desde todas las diócesis de Estados Unidos.

Cada dos años tiene lugar este encuentro que tuvo su primera edición en 1983. Las cuatro primeras fueron Conferencias Regionales, una en la parte Oeste del país y otra en el Este.

En 1991 se convirtió en una Conferencia Nacional que se celebró precisamente en Indianápolis y participaron cerca de 25.000 jóvenes.

A partir de ahí tuvo lugar en otras ciudades como Philadelphia , Kansas, Houston, Atlanta, etcétera y las tres últimas ediciones han sido en Indianápolis, con la participación de más de 20.000 jóvenes católicos. Aquí también será la cita en el 2017.

Para el arzobispo Tobin, “se trata de una oportunidad para que los jóvenes experimenten por cuenta propia lo que es la Iglesia, más allá de los límites de sus familias, sus parroquias y sus diócesis”.

“La NCYC siempre atrae a algunos de los mejores ponentes y músicos de la Iglesia -explica-. Se trata de una gran celebración, así como también de una ocasión de reflexión personal, para orar con recogimiento y compartir nuestra fe”.

Aunque la Conferencia es organizada por la Federación Nacional del Ministerio de Jóvenes Católicos ( NFCYM por sus siglas en inglés), el mayor peso recae sobre la diócesis anfitriona.

Durante el evento se combinan música, oración, liturgia, talleres de formación, y la posibilidad de participar en el Sacramento de la Reconciliación y en la Eucaristía.

Los maestros de ceremonia de este año fueron los reconocidos oradores, cantantes y compositores Paul J. Kim y Jackie Francois.

Y entre los conferencistas estuvo el cardenal Óscar Andrés Rodríguez Maradiaga, arzobispo de Tegucigalpa Honduras y expresidente de Caritas Internacional quien presidió la liturgia final del evento la noche del sábado 21 de noviembre.

“La Conferencia Nacional de Jóvenes Católicos ofrece a los integrantes de la Iglesia joven la oportunidad de vivir ese momento trascendental que san Juan Pablo II confiaba que conllevaría al encuentro piadoso de miles de jóvenes de todo el mundo”, continúa.

“Esperamos que los momentos trascendentales de gracia que la NCYC ofrece a los jóvenes se conviertan en una fuente de profunda esperanza y aliento para todos los llamados a desempeñarse como ministros para niños, jóvenes y adultos jóvenes”, añade.

“Presenciar el entusiasmo y la genuina devoción de los líderes jóvenes es algo que colma de alegría -concluye el arzobispo de Indianápolis-. Asimismo es un recordatorio de que los jóvenes también actúan como pastores para nosotros, sus mayores, siempre que se reúnen en el nombre de Cristo”.

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