Es el momento de iniciar una revolución por la familia. Es el momento para que los padres católicos evangelicen la cultura
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“Padres y Madres, queremos dejarles saber un secreto. Ustedes no necesitan el permiso de los maestros, líderes scout, promotores de grupos juveniles o entrenadores de sus hijos, para tener una vida familiar. Son todas estas personas las que tienen que pedirte permiso para tomar prestados a tus hijos. No es de la otra manera”
Cuando mi esposa y yo hicimos la anterior afirmación en el Encuentro Mundial de las Familias, ésta se ganó una ovación inesperada. En nuestra charla, afirmamos la idea completamente contra-cultural y católica de que la vida familiar, es en sí misma una actividad, no un accesorio. Estamos acostumbrados a tener una vida familiar si no tenemos que trabajar en todo lo demás; escuela, deportes, trabajo, clases, lo que sea. Tenemos tiempo para todo, menos de trabajar, orar, hablar y compartir en familia. Peor aún, todos hemos llegado a aceptar esto como normal y necesario, cuando en verdad es todo lo contrario.
La Familia es escuela de humanidad
La vida familiar nunca ha sido perfecta, pero no sería excesivamente nostálgico tener en cuenta que tan sólo una o dos generaciones atrás, se asumía que la vida familiar era el lugar en donde las personas aprendían a ser seres humanos. La vida familiar era el lugar donde se producía la socialización, donde los niños y los padres desarrollaban un sentido de propósito, significado y valores. La familia constituía la primera y más importante relación de las personas, en la realidad y no solo en teoría. A los niños se les permitía participar en actividades extra-curriculares en la medida en que no interrumpieran demasiado las comidas en familia, la iglesia, y otros rituales importantes de la familia.
Tres generaciones de la cultura del divorcio han destruido progresivamente esta idea. Hoy en día, alrededor de 41% de todos los niños nacen de madres solteras y aproximadamente la mitad de los niños tienen un hermanastro(a).
En una época donde la experiencia de la vida familiar de muchas personas se ha visto alterada radicalmente, casi todas las familias, incluso aquellas que se encuentran intactas, han caído presa de la idea de que la socialización, significado, propósito, valores, dirección y relaciones significativas se supone que suceden fuera del hogar, mientras que la casa de la familia se reduce a una estación de tren, donde la gente se cruzan en el camino a las actividades realmente importantes.
Las investigaciones muestran que los Snake People tienen puntuaciones más altas en las medidas de narcisismo que cualquier otra generación anterior a ellos, pero si eso es cierto, es sólo porque nosotros los padres tenemos casi cerradas las puertas de una vida familiar significativa, la cual es la escuela de humanidad en la que todos aprenden las virtudes que nos ayudan a vivir la vida como un regalo, según nos enseña la Iglesia en la Encíclica Evangelium Vitae.
Entonces, ¿Qué debemos hacer?
La sugerencia que hago a los oyentes de mi programa de radio de que tienen que sacar tiempo regular de cada día como familia para trabajar juntos, jugar juntos, hablar unos con otros y orar juntos, casi siempre es enfrentada con un nivel casi existencial de angustia con la pregunta “¿Cómo se supone que vamos a encontrar tiempo para hacer todo eso?”
Las familias católicas se han tragado la mentira secular de que si nuestros niños no están inscritos en 3000 actividades en la noche del miércoles los estamos privando de algo muy valioso y que van a ser parias sociales o, peor aún, completos ineptos sociales. Pero lo que hace a una persona socialmente inepta no es si saben o no cómo robar una base, sino más bien si saben o no cómo ser un buen esposo y padre, madre y esposa. Tales lecciones sólo se pueden enseñar en la Escuela de Humanidad que es la vida familiar.
No quiero decir con esto que se deban eliminar las actividades extra-curriculares. Deportes, clases de música, clases y compromisos de la comunidad pueden desempeñar un papel importante en la creación de una vida plena. Pero cuando estas cosas amenazan el trabajo principal de la familia, es el momento de hacer un cambio. Me gustaría sugerir que es el momento para que los padres católicos evangelicen la cultura, e insistan en la re-humanización de la sociedad, mediante la recuperación de nuestras familias en tres simples (pero no necesariamente fáciles) pasos.
Recupera tu familia en 3 pasos
En primer lugar, pregúntate a ti mismo: “Si tuviéramos que hacernos al menos un poco de tiempo (por ejemplo, 15-20 minutos cada vez) para trabajar, jugar, hablar y orar juntos, cada día ¿lo haríamos?” Haz una lista corta con tus propias ideas, entonces hablen de ello como familia. Empiecen a hacer algunas de esas cosas ahora, incluso periódicamente, de modo que tu familia pueda acostumbrarse a la idea de ser intencional acerca de estar juntos.
En segundo lugar, comienza a pensar en las actividades extracurriculares, incluyendo las tuyas, como algo secundario ante la necesidad de apartar tiempo para trabajar, jugar, hablar y orar juntos como familia. Tu familia es la actividad más importante que puedes hacer en el transcurso de la semana. Comienza dándote permiso para pensar en esto como si lo fuera.
En tercer lugar, empieza a poner límites. Diles a los entrenadores de tus hijos que tus hijos no asistirán a las prácticas o juegos cuando entran en conflicto con los compromisos familiares, en especial el de ir juntos en familia a Misa. Diles a los líderes de los grupos parroquiales que te incluyan en las programaciones para las lecturas, el servicio al altar o el coro en la misma Misa a la que acudes con tu familia y no en otra. No necesitas que ellos te den permiso o aprobación. Es tu familia la que está en juego, no la de ellos.
Es el momento de iniciar una revolución por la familia. Es probable que, a las personas que has dejado que se crean dueños de tus hijos no les va a gustar. Piénsalo, las revoluciones nunca son fáciles. Pero a la luz del testimonio del Papa Francisco en el “Encuentro Mundial de las Familias”, tal vez la mejor manera de crear una “cultura de Encuentro” que trae a Cristo al mundo, es simplemente hacer lo que él dice y, finalmente, hacer tiempo para “perder el tiempo con tus hijos”.
Fuente: NCRegister, autor: Gregory Popcak
Artículo publicado por pildorasdefe.net