En su homilía en Santa Marta, Francisco pide ir adelante renunciando a la comodidad lejos de la tentación de una doble vida, de servirse de los demás
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Que los obispos y los sacerdotes venzan la tentación de “una doble vida”, la Iglesia está llamada a servir, no a convertirse en “negociante”. Es una de las cosas que dijo el Papa Francisco durante la homilía de este viernes en la Casa Santa Marta del Vaticano. El Pontífice advirtió contra los “trepadores, cogidos al dinero” que tanto daño hacen a la Iglesia.
Servir, servirse…
El Papa Francisco desarrolló su homilía sobre dos figuras de siervos, que presenta la liturgia de hoy. Antes que nada, la figura de Pablo, “se ha dado todo al servicio, siempre”, para terminar en Roma “traicionado por alguno de los suyos”, y siendo “condenado”.
¿De dónde viene la grandeza del Apóstol de los Gentiles?, se preguntó el Pontífice, y respondió: De Jesucristo y “él se vanagloria de servir, de ser elegido, de tener la fuerza del Espíritu Santo”.
Era el siervo que servía, afirmó Francisco, “administraba, poniendo las bases, es decir, anunciando a Jesucristo” y “nunca se detenía para conseguir un puesto ventajoso, una autoridad, para ser servido. Él era ministro, siervo para servir, no para servirse”.
El Papa afirmó: “Yo os digo: ¡cuanta alegría me da, tanto que me conmueve, cuando a esta misa vienen algunos sacerdotes y me saludan: ‘Oh padre, vengo aquí a reunirme con los míos, porque hace 40 años que estoy de misionero en Amazonas’. O una religiosa que me dice: ‘No, yo trabajo desde hace treinta años en un hospital en África’. O cuando me encuentro con una monjita que desde hace treinta o cuarenta años está atendiendo a un hospital con discapacitados, siempre sonriente,…”.
“Esto se llama servir, esta es la alegría de la Iglesia: ir más allá, siempre, seguir adelante y dar la vida -dijo Francisco-. Esto es lo que hizo Pablo: servir”.
No a los trepadores cogidos al dinero en la Iglesia
En el Evangelio, retomó, el Señor nos hizo ver la imagen de otro siervo, “que en vez de servir a los demás, se sirve de los demás. Y destacó: “Hemos leído lo que hizo este siervo, con cuánta sagacidad actuó, para permanecer en su puesto”.
“También en la Iglesia están estos, que en vez de servir, de pensar en los demás, de poner las bases, se sirven de la Iglesia: los trepadores, que están cogidos al dinero. Y cuántos sacerdotes y obispos hemos visto que son así. Es triste decirlo ¿no?”.
Francisco habló de “la radicalidad del Evangelio, de la llamada de Jesucristo: servir, estar al servicio, de no detenerse, de ir adelante, olvidándose de sí mismos”.
También habló de “la comodidad del estatus: he conseguido un estatus y vivo cómodamente sin honestidad, como esos fariseos de los que habla Jesús que paseaban en las plazas, dejándose ver ante los demás”.
La Iglesia que no sirve se convierte en una Iglesia “de negocios”
Francisco propuso “dos imágenes de cristianos, dos imágenes de sacerdotes, dos imágenes de religiosas. Dos imágenes”.
“Jesús, afirmó, nos hace ver este modelo en Pablo, esta Iglesia que no está quieta nunca”, que siempre, siempre “va adelante y nos hace ver que ese es el camino”.
“Sin embargo, cuando la Iglesia es tibia, está cerrada en sí misma, negociante tantas veces, esto no se puede decir, que sea una Iglesia que administra, que está al servicio, o bien que se sirve de los demás”, advirtió el Papa.
Finalmente, pidió “que el Señor nos dé la gracia que dio a Pablo, ese punto de honor de ir siempre adelante, renunciando a su propia comodidad tantas veces, y que nos salve de las tentaciones, de estas tentaciones que en el fondo son tentaciones de una doble vida: me hago ver como ministro, es decir como el que sirve, pero en el fondo me sirvo de los demás”.