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“¿Por qué nosotros que queremos hacer el bien tenemos tantos problemas?” Francisco responde en la homilía en Santa Marta
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Dios no abandona nunca a los justos, mientras que los que siembran el mal son como desconocidos de los cuales el cielo no recuerda el nombre. Es la enseñanza que el papa Francisco extrajo de las lecturas de la misa celebrada el 8 de octubre de 2015 en la Casa Santa Marta del Vaticano.
“Una madre coraje, marido, tres hijos, menos de 40 años y un tumor “de los malos” que la tiene en la cama… “¿por qué?”. Una mujer anciana, una persona con la oración en el corazón y con un hijo asesinado por la mafia… ¿por qué?”.
La voz del Papa en el altar de Santa Marta amplificó esta gran pregunta que como una cuchilla corta los pensamientos de tanta gente de fe convencida, profunda, y puesta a prueba duramente por los dramas de la vida.
¿Por qué sucede esto?, fue el grito que Francisco tomó de la Lectura del Profeta Malaquías.
“¿Qué ventaja tenemos de la obediencia a los mandamientos de Dios, mientras los soberbios, haciendo el mal, se multiplican e, incluso, provocando a Dios, quedan impunes?”.
“¿Cuántas veces vemos que esto se cumple en gente mala, en gente que hace el mal y que parece que en la vida le va genial? Son felices, tienen todo lo que quieren, no les falta nunca nada ¿Por qué, Señor?”. Es uno de los muchos porqués…
¿Por qué a este, que es un sinvergüenza, que no le importa nada ni Dios ni los demás, que es una persona injusta incluso malvada, le va bien todo en su vida, tiene todo lo que quiere y nosotros que queremos hacer el bien tenemos tantos problemas?”.
El Señor vela por los justos
La respuesta a esto el Papa la tomó del salmo del día, que proclama “bienaventurado” al hombre que “no sigue el consejo de los malvados” y que encuentra su alegría en la ley del Señor”.
El Papa explicó:
“Aún no vemos los frutos de la gente que sufre, de esta gente que lleva la cruz, como el Viernes Santo y el Sábado Santo no se veían los frutos del hijo de Dios crucificado, de sus sufrimientos. Y todo lo que hará le saldrá bien.
Y ¿qué dice el salmo sobre los malvados, sobre aquellos que nosotros pensamos que les va todo bien? ‘No así los malvados, no así, que son como la paja que se lleva el viento’. Porque el Señor vela el camino de los justos, mientras que el camino de los malvados va hacia la ruina”.
Una ruina que Francisco destacó citando la parábola evangélica de Lázaro, símbolo de la miseria total y del rico que le negaba hasta las migajas que caían de su mesa.
“Es curioso: de ese hombre no se sabe el nombre; sólo un adjetivo: es un rico. De los malvados, en el Libro de la Memoria de Dios, no está el nombre: es un malvado, es un aprovechado… No tienen nombre, solo adjetivos.
Sin embargo, todos los que tratan de caminar por el camino del Señor, estarán con su Hijo que tiene el nombre: Jesús Salvador.
Es un nombre difícil de entender, incluso inexplicable por la prueba de la cruz y por todo lo que Él ha sufrido por nosotros”.
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