Sana , Jesús, mis temores e inseguridades para que pueda ser amable.
Sana la impresión que tengo de los demás.
Sana mis rasgos más torpes y duros para que en mis palabras
los otros reciban dulzura y serenidad.
Libera, Señor, mi carácter de todo rasgo ficticio
que no exprese a Jesús en mi ser más profundo,
que fue creado para darse y dar amor a otros.
Suaviza mi trato con el don de la compasión y la escucha,
pues muchas veces soy muy intolerante con los que más quiero.
Libera, Jesús, mi persona de los rasgos que tapan tus virtudes,
del rasgo de la desconfianza; del rasgo de la ira,
del rasgo que me lleva a aislarme de los otros y a caer en la soledad y el vacío;
de todo rasgo que me lleva a la hiperactividad;
del rasgo de amargura y del rasgo que me mantiene en la pasividad.
En tu nombre, Jesús, por la fuerza poderosa de tu cruz,
obra en mí poderosamente dando a luz la vida nueva. Amén.
Por el padre Daniel Viera, MPD
Artículo originalmente publicado por Oleada Joven
Hoy celebramos a...